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En la entrada anterior estuvimos meditando acerca de la necesidad de tener un corazón sano. También tuvimos un panorama general acerca de las heridas y de cómo ellas se dan tanto en lo físico como en lo emocional. Tomamos un tiempo para charlar con el Señor acerca de las heridas de nuestra alma y pedirle a Él que nos visite como el buen médico que es para darnos una sanidad completa.

En esta segunda parte, quisiera compartir contigo algunos de los pensamientos que el Señor me ha regalado sobre la manera en la que pueden sanarse cada uno de esos tipos de heridas de nuestra alma. Así que te invito a seguir adelante con el proceso de “chequeo” de tu corazón.

En este momento le damos la bienvenida en nuestros corazones a tu precioso medicamento espiritual, Señor.

¿Cómo puede sanarse un moretón?

Para reducir los hematomas, en lo natural yo coloco hielo sobre el área lesionada y la elevo por arriba del nivel del corazón, pues el frío va a permitir que la sangre coagule más rápido al interior. En cambio, si yo empiezo a tocármelo y tocármelo para ver si me duele, lo que irremediablemente voy a hacer es acentuar la irrigación, propiciar el flujo constante de sangre y, en consecuencia, tardará mucho más tiempo en sanar.

En lo espiritual, funciona más o menos similar. Cuando yo le permito al Señor que Él me hable: “Hija, ya pasó. Vamos para adelante. Yo te voy a sanar ese moretón que te hizo esa persona. Va a tomar una semana, pero te lo voy a quitar”, Él actúa rápido y el moretón desaparece rápido. Pero cuando yo empiezo: “Pero Señor, es que mira lo que me dijo, me hizo sentir terrible, y me miró feo, y me repitió lo mismo cuando…”, es como si yo tocara ese moretón y lo que hiciera es acentuar el dolor y la irrigación de la sangre. Por lo tanto, ese moretón de mi alma va a tardar mucho más tiempo en sanar.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

2 Corintios 5:17 (RVR 1960)

Permítele al Señor tomar los moretones antigüos de tu alma y llevárselos definitivamente de tu vida.

¿Cómo puede tratarse una quemadura?

El tratamiento de las quemaduras depende de la causa, qué tan profunda es y qué tan grande es el área del cuerpo afectada. Las pomadas con antibióticos pueden prevenir o tratar las infecciones. Para quemaduras más graves, es posible que se necesite tratamiento para limpiar la herida, reemplazar la piel y asegurarse que el paciente recibe suficiente líquidos y nutrición.

“Pero si no pueden dominarse, que se casen, porque es preferible casarse que quemarse de pasión”.

1 Corintios 7:9 (NVI)

El Señor desea sanar las quemaduras de tu alma, aún mucho más de lo que tú lo crees o lo imaginas. ¿Qué te impide dejarle al Señor acercarse a ti y curar tus quemaduras?

¿Cómo puede curarse una dislocación?

El tratamiento dependerá de la articulación afectada y de la gravedad de la lesión. Puede incluir maniobras para volver a poner los huesos en su lugar, medicamentos, férulas (yeso) o cabestrillo y rehabilitación. Cuando se vuelve a poner en su lugar, es posible que la articulación se mueva y funcione normalmente en unas semanas; sin embargo, una dislocación de hombro o rótula puede que vuelva a dislocarse más adelante. Por esta razón es importante utilizar equipo protector durante la práctica de deportes o actividades físicas, de modo que se puedan prevenir las dislocaciones.

“No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal; porque será medicina a tu cuerpo, y refrigerio para tus huesos”.

Proverbios 3:7-8 (RVR 1960)

No debemos confiar en nuestra propia prudencia para tratar las dislocaciones de nuestra alma. La manera más segura de volver a poner nuestra vida en orden es permitiéndole a nuestro precioso médico que intervenga: temamos a su nombre y apartémonos del mal. Estas dos sencillas acciones traerán medicina y refrigerio a nuestras vidas.

¿Qué hacer en caso de fractura?

Se debe obtener ayuda médica de inmediato ante una fractura, pues es posible que se tenga que usar un yeso o una férula. Algunas veces es necesario usar cirugía para colocarles placas, clavos o tornillos y así mantener el hueso en su lugar.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”.

Lucas 4:18 (RVR 1960)

Jesús fue enviado para intervenir directamente sobre las fracturas de nuestra alma y de manera inmediata. Si tenemos quebrantado el corazón, podemos ponerlo con confianza en sus manos, pues el Espíritu Santo está sobre Él para operar en mí de manera poderosa y sobrenatural.

¿Qué hacer en caso de torcedura y distensión?

Al comienzo, el tratamiento de las torceduras y las distensiones suele incluir el reposo del área afectada, hielo, uso de vendas o compresión del área y medicinas. El tratamiento posterior puede incluir ejercicios y fisioterapia.

“Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!”

Salmos 46:10 (NVI)

Pidámosle al Señor que nos permita permanecer quietos y reposados en su Santa Presencia, para que sea Él mismo quien cure las torceduras y distensiones que hay todavía en nuestro corazón.

Una hermosa promesa

“Así dice el Señor: Tu herida es incurable, tu llaga no tiene remedio. No hay quien defienda tu causa; no hay remedio para tu mal ni sanidad para tu enfermedad. Todos tus amantes te han olvidado; ya no se ocupan de ti. Por causa de tu enorme iniquidad, y por tus muchos pecados, te he golpeado, te he corregido, lo haría un adversario cruel. ¿Por qué te quejas de tus heridas, si tu dolor es incurable? Por causa de tu enorme iniquidad y por tus muchos pecados, yo te he tratado así. Todos los que te devoren serán devorados; todos tus enemigos serán deportados. Todos los que te saqueen serán saqueados; todos los que te despojen serán despojados. Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor— porque te han llamado la Desechada, la pobre Sión, la que a nadie le importa”.

Jeremías 30:12-17 (NVI)

¿Qué pasa cuando no le permito al Señor sanarme?

En primer lugar, esto significa que estoy en rebeldía. ¿Para qué recibir más golpes? ¿Para qué insistir en la rebelión?

En segundo lugar, me aparto del Señor y resulto haciendo lo descrito a continuación:

“Quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe”.

Éxodo 21:25 (NBV)

En tercer lugar, logro o provoco que otros continúen hiriendo mi corazón. Por mi rebeldía y mi desconexión con el Señor, casi que “pido” que me hieran, para así tener un motivo por el cual dolerme o quejarme.

“Luego se encontró con otro varón, y le dijo: Hiéreme ahora. Y el hombre le dio un golpe, y le hizo una herida”.

1 Reyes 20:37 (Biblia Jubileo 2000)

¿Qué queda después de que una herida sana?

Una cicatriz, una marca. El propósito de las cicatrices es permitirnos recordar lo vivido, en primer lugar. En segundo lugar, tienen el propósito de ayudar a curar lo malo.

“Las señales de las heridas pasadas son medicina para curar lo malo; y las vivas amonestaciones llegan a lo más secreto del vientre”.

Proverbios 20:30 (Biblia Jubileo 2000)

Esta última parte tiene que ver con la voz del Señor; es decir, nosotros podemos pedir consejo y ser efectiva y adecuadamente aconsejados por otros, podemos congregarnos y ser bendecidos y exhortados por la Palabra que escuchamos, pero las amonestaciones hechas directamente por el Señor entran hasta lo más profundo de nuestro ser como nada ni nadie más puede entrar (a lo secreto del vientre; y el vientre tiene que ver con la vida).


Pidámosle al Señor que nos permita entender y llevar a cabo en nuestras vidas un proceso de sanidad interior verdadero. Vamos a ver cómo nos restaura, nos levanta y nos da el gozo de su Salvación.

Estoy segura de que si le permites a Dios intervenir en tu vida, muy pronto sonreirás junto a Él al ver las cicatrices que han quedado en tu alma y que ya no duelen.

Un gran abrazo y que el Señor te bendiga.

Andrea Suárez Salazar

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