Si tu alma está llena de amargura y de maldad,
y al mirarte al espejo solo aprecias fealdad,
si con frecuencia te sientes en profunda soledad,
es porque adentro estás llena de tristeza y orfandad.
Si en este mundo solo observas indiferencia y crueldad,
y te cuesta ver a Dios como Padre de bondad,
Si al interior te falta convicción de la verdad,
es porque te has atestado de dureza y frialdad.
Si todo esto ha acontecido
y tu vida ha consumido,
¡haz un alto en tu camino!
¡levanta un grito genuino!
¡Haz que en un solo momento
Dios escuche tu lamento,
para que se lleve entero
tu dolor y sufrimiento!
¡Vamos, princesa!
¡Alza tu voz, dulce doncella!
¡Haz que el Padre se levante
con poder a abrazarte!
Y si acaso no percibes
al principio su canción,
pídele ahora nuevamente
puedas oír su invitación.
Que tus palabras sean dichas
con total sinceridad
y tu clamor y gemido
salgan con honestidad.
No has venido a perder tu tiempo,
sino a tu Padre encontrar.
Por eso: ¡alaba, adora, canta!
Solamente son tres días: un fin de semana basta.