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Recuerdo que era un hombre ‘alegre’. Tenía una sonrisa amigable en la que se enmarcaban unos dientes muy blancos, casi brillantes. Me decía con frecuencia que una sonrisa hablaba mucho de la persona, al igual que sus modales, la manera de dar la mano y de servir el agua en vaso (tenía que ser siempre con plato). También me acuerdo de su camisa rosada, de los seis a ocho pliegues que le hacía a la servilleta después de comer y del “único” día en el que estuvimos los tres juntos en Cali: mi hermana, él y yo, como una “cuasifamilia”. Tristemente recuerdo también el día de su funeral y la dura noticia de su suicidio.
“Grito por la vida” es tal vez uno de los textos más profundos y sentidos que he escrito en mi vida. Es una creación teórico-literaria sobre el fenómeno del suicidio que da cuenta de una experiencia de vida personal cuya comprensión ha tomado en promedio unos catorce años. Este trabajo, que inicialmente fue elaborado en formato ensayo, ha pasado por algunos procesos de cambio a lo largo de los años; pero en esencia, su contenido y su inspiración siguen siendo iguales.
Este año 2019 el Señor me ha retado en el secreto a gritar cosas en público (en el mejor sentido de la expresión); de modo que, en obediencia, me he propuesto diligentemente a reorganizar este grito por la vida esta vez en formato blog. Así pues, creo que me tomaré mi tiempo para ir publicando con calma algunas reflexiones que han surgido de muchos encuentros con el Padre (mi verdadero Padre).
Quisiera anunciarte desde ya, apreciado lector, el número de entradas y sus títulos, como normalmente lo hago; pero a la verdad prefiero, en esta ocasión, hacer uso de un gran privilegio que me otorga tener un blog personal: publicar a mi ritmo, sin restricciones de tiempo ni de ningún otro tipo.
El asunto de la muerte
En la cultura occidental, la muerte es un tema del que nadie -o casi nadie- quiere hablar. Todavía se percibe como algo lejano, desconocido y bastante temible, del cual resulta difícil hablar con libertad. En términos generales podríamos decir que, culturalmente, no estamos preparados en occidente para aceptar la ausencia de alguien, a pesar de ser una realidad evidente, tangible y desafortunadamente común en nuestra sociedad colombiana.
Ahora bien, si de entrada es difícil hablar de muerte, hablar de suicidio lo es aún más: padres de familia, amigos, colegas, conocidos y medios de comunicación quedan perplejos ante la noticia de que alguien, en algún lugar y por algún motivo, tomó la dolorosa decisión. Surgen entonces los interrogantes más cruciales de la vida y comienza al interior de las personas uno de los ejercicios reflexivos más tenaces de la condición humana: la cuestión del sentido de la existencia.
Se escuchan comentarios y preguntas desordenadas, palabras encubiertas en conversaciones incómodas, en voz baja y entrecortadas… la verdad es que no sabemos qué decir… simplemente no tenemos una posición clara frente al hecho de que alguien decida no vivir más.
Algunos mitos sobre el suicidio
Todos estos comportamientos dan fuerza, tristemente, a uno de los mitos más comunes de la historia de la literatura suicidiológica y de la vida de las sociedades en general: que hablar abiertamente del tema es malo y que puede incrementar el riesgo de muerte por suicidio en aquellas personas cuya tendencia mental o emocional es esta.
Todo lo contrario: múltiples investigaciones, talleres y tratamientos a pacientes con esta tendencia han mostrado durante las últimas décadas en diferentes países anglosajones que el asumir, hablar y enfrentar el miedo y los problemas, ayuda sustancialmente a la comprensión del fenómeno y facilita la apropiación de herramientas útiles para prevenirlo o evitarlo. Adicionalmente, hay una gran cantidad de recursos de cuidado de la salud y de estrategias para abrirse a hablar del tema y comprenderlo.
Frente a la tesis anterior, se hace evidente otro mito de nuestra sociedad, y es precisamente el pensar que las personas con pensamientos suicidas son en su mayoría retraídas, calladas, introvertidas y cerradas. Creemos que son personas que prefieren y anhelan deliberadamente más la muerte que la vida, cuando en realidad parece ser más fuerte la preocupación contraria.
En efecto, estas personas están regularmente agobiadas por sus problemas, tristezas y dificultades; pero más que su anhelo por la muerte, lo que parece percibirse de manera más evidente es un anhelo por seguir viviendo. El problema entonces no es tanto que “deseen morir”, sino que desean encontrar razones para “seguir existiendo”.
Por esta razón, constantemente se entretejen en su mundo íntimo pensamientos y sentimientos para salir de la condición suicida y hallar nuevos sentidos de ser, hacer y vivir en el mundo. Al no encontrarlos, lamentablemente, muchas de ellas terminan cediendo a la solución que parece ser más pronta y definitiva: el suicidio.
¿Qué hacer?
Es una pregunta compleja, pero necesaria. Las estadísticas de muerte por suicidio en nuestro país agobian y se hace inminente actuar de manera seria y definitiva desde la rehabilitación, así como desde la familia y la vida educativa. Esta es una generación que adolece de un verdadero sentido de la existencia: es más fácil vivir en el despropósito y en el desvarío que este mundo ofrece, que abrirle las puertas de nuestro corazón al único que puede decirnos en realidad porqué estamos aquí y para dónde vamos. Es muy triste.
Como parte del pueblo de Dios me he cuestionado muchas veces sobre qué debemos hacer, especialmente después de haber vivido en carne propia lo que significa perder a mi padre por causa de esta terrible decisión. Aunque me pregunto una y otra vez con qué propósito lo enterré y lloré su pérdida, no dejaré que tal cúmulo de lágrimas se desperdicie; antes bien, me ocuparé de dejarme orientar por el Señor y escuchar su voluntad para conmigo… me dejaré preparar conceptual, humana y espiritualmente para hacer frente a este problema y ser usada por Él, como bien lo desee, para Su Gloria (creo que, de hecho, esta primera publicación obedece al querer ser parte de la respuesta a esa pregunta).
Finiquitar la propia existencia se configura entonces como uno de los enigmas más complejos de la condición humana. Al ser únicamente una facultad humana, la conducta suicida no puede describirse como un fenómeno simple o concreto, sino como una experiencia sumamente compleja que abarca diversas situaciones problémicas de la vida en la salud mental, emocional, psicológica y en la vida social. En este sentido, entenderé a lo largo de esta serie que el suicidio es un proceso y no solamente un resultado; es una construcción, y no tan solo un momento.
Un proceso suicida se construye en un marco cronológico de la vida humana que genera una ruptura en el mundo íntimo de la persona, cuya principal característica es su despersonalización.
Despersonalizarse
Déjame recordarte algo: al principio de esta entrada te dije claramente que se trataba de un escrito teórico-literario; de modo que me vas a perdonar si me vuelvo, por momentos, un poco científica o un poco filosófica, ¿está bien? Ha sido un poco la manera en la que el Señor me ha venido enseñando acerca de la construcción del suicidio al interior de una vida y me permitiré ser sincera contigo en cuanto a lo que he comprendido sobre algunos conceptos de los cuales me ha hablado el Padre.
“Despersonalizarse” es dejar de ser persona… es perder la identidad como hijo de Dios y, en consecuencia, la identidad como cualquier otro rol humano que conecte a la persona con la vida y con los demás. ¿Cómo sucede este fenómeno? ¿por qué sucede? ¿cuáles son los factores que permiten esta despersonalización? y ¿por qué de allí es tan fácil luego tomar la decisión de no existir más? No te alcanzas a imaginar las muchas veces que me he preguntado esto durante la última década de mi vida.
Lo que viene…
En aras de compartirte en las próximas entradas algunas de las conversaciones que he tenido con mi buen Dios con relación a estos interrogantes, me bastará finalizar por ahora contándote que, por lo menos desde una perspectiva general, te estaré hablando acerca de varios asuntos:
En primer lugar, te contaré un poco acerca de mi padre terrenal y de su vida (no podría omitirlo si su vida misma -¿o debería decir su muerte?- es motivo de inspiración para estas publicaciones). En segundo lugar, te daré una perspectiva más bien conceptual sobre el proceso suicida abordando en profundidad los conceptos de “persona” e “individuo”, desde el desarrollo humano. En tercer lugar, trataré de explicarte algo acerca del acontecimiento de ruptura de la despersonalización (espero lograrlo). En cuarto lugar, te hablaré acerca de algunas consideraciones frente al tema desde una perspectiva educativa (amo esta parte porque en este punto estaré compartiéndote algunas apreciaciones que tengo sobre el deber ser del mundo de la escolaridad colombiana y de tres bonitos subtemas en los cuales medito con frecuencia: el amor que visita las aulas, el llanto como proceso formativo y el reto de la personalización). Finalmente, si no se me agota ni la fuerza ni la inspiración, te estaré compartiendo acerca de las ruinas que deja el duro evento del suicidio en los seres amados y de lo que significa tener un corazón huérfano.
Que Dios te bendiga y te dé la suficiente curiosidad como para acompañarme en la siguiente travesía textual.
Andre, qué profundo e íntimo lo que nos compartes. Estoy segura de que será de muchísima bendición para todos. Dios te siga llenando de valentía para exponer en público la sabiduría que te ha concedido en lo secreto.
Muchas gracias por tu comentario, Lore. ¡Oro al Padre para que así sea!
Un abrazo.
Poco a poco aprende uno el valor de lo que el SEÑOR nos da, algo tan preciado como lo es la vida.
Si, Dani. Tienes razón. Nuestras vidas son muy preciosas y valiosas en las manos de nuestro buen Dios y Padre.
Bendiciones.
Mi opinión:
La muerte, como bien lo dices es un tema que es evitado por los Colombianos, arraigado con la cultura desde hace cientos de años, de forma que nosotros evitamos el dolor y la nostalgia al perder un ser querido, así mismo al hablar del suicidio evitamos ser abiertos con este tema ya que nos asusta como reaccione la otra persona, y quizás muchas veces pensamos: “Tal vez está de acuerdo con que una persona se quite su vida, mejor no le digo nada para no hacer problema” pero deberíamos hacernos las preguntas adecuadas para evitar tragedias como el suicidio. Yo pienso que la clave está en hacernos preguntas adecuadas, las cuales nos pueden ayudar a ser de implemento para salvar otras vidas de malas decisiones.
Al leer el término “despersonalizarse´” me pregunté: “¿En qué se convierte una persona al despersonalizarse?” pero comprendí que esto es imposible, y la única forma de hacerlo es la muerte, pero en su caso, denominado suicidio. De esta forma el suicidio no ocurre en el momento en que el corazón deja de palpitar, más bien este es concebido al momento que el individuo deja de creer en una esperanza para la vida misma llenándose de reproches contra esta, y en muchos casos las personas deciden ahogarse en un vaso de agua que intentar afrontar el problema, pero la mayoría de los casos no saben cómo afrontarlo sintiéndose agobiados, muertos por dentro, de aquí viene la importancia de hablar de estos temas.
¡Qué bonita reflexión la que haces en torno a mi escrito, Mariana! Muchas gracias por compartir todas estas ideas y pensamientos de manera pública en mi blog. El Señor nos inquieta de muchas maneras y me complace saber que mis palabras de alguna manera han contribuido para que medites en asuntos tan profundos como este de la muerte (y el suicidio).
Espero que puedas leer las siguientes publicaciones y que continúes siendo muy edificada.
Un abrazo,
Andrea
Es fuerte y profundo. La frase de “…Buscar razones para seguir existiendo.” fue la que más me impactó, y la que me lleva a sentir que realmente no es un tema de charla, y no debe ser tomado como chiste cuando nos referimos al deseo de morir. Por ende, lo hace triste la razón de saber que hay personas tan cercanas a uno y están en este problema. Lentamente nos damos cuenta que los problemas y los malos ambientes causan un daño profundo en las personas, y que más de una vez aquellas personas con problemas pequeños, realmente están llegando a algo más grande. En mi opinión la parte más asertiva que leí, es que actualmente nos da miedo hablar de ello, o a veces solo lo tomamos como charla para referirnos al estrés o el trabajo que tenemos, sin tener en cuenta que como lo dice en la biblia, “del corazón habla la boca”. Debemos valorar y apoyar a quienes nos rodean, nunca estamos seguros del tiempo que durarán con nosotros. ¡Dios te bendiga y gracias por ayudarnos a recapacitar sobre temas tan simples y vistos en nuestro día a día, pero que nunca tomamos en cuenta!
Muchas gracias por tu comentario, Thomas. Es bueno saber que mis escritos están ayudando a algunas personas a meditar en temas profundos, como el de la muerte. Comparto lo que dices frente al hecho de que a veces nos da miedo hablar abiertamente de estos asuntos, y que no debemos tomarlos como chiste o charla… realmente son muy importantes.
Dios te continúe bendiciendo.
Andrea
Hablar de estos temas suele ser algo que no a todos les gusta hablar, hablar de la muerte y más de una persona que decidió acabar con su existencia es algo que estremece. Pensar que fueron personas que desperdiciaron su vida, y decidieron encerrarse en sus pensamientos e ideas, dificultades y tristezas; y encontraron como única solución terminar con su existencia.
Pienso que alrededor de nosotros, hay personas que están encerrados en sus pensamientos y nosotros a veces somos ignorantes y no nos damos cuenta, a veces no preguntamos como se siente la persona, a veces no les damos esa esperanza y confianza para hablar del tema y evitar el suicidio.
( Pero también pienso que muchas personas lo hacen por la presión social, pienso que ahora hoy en día es como el “auge”; lo hacen porque esta de moda o por no fallar a sus amigos. Si, se que ahora en medio del mundo en que vivimos esta rondando un espíritu de muerte, pero hay otros que lo hacen por los demás. )
En fin, hoy en nuestra generación, hay muchas personas que no encuentran un propósito o sentido de la vida, no voy a mentir , también me he sentido así, pero se centran tanto en sus dificultades que no toman la iniciativa de encontrar una salida; hay una salida y esa es Dios, el puede responder todas nuestras inquietudes, el fue el que nos creó, somos su creación y él sabe para que nos creó. Nos creó para que a través de nuestras vidas evidenciemos su gran poderío y glorifiquemos su nombre, y eso es lo que cada persona que en estos momentos no saben que hacer, deben saber.
¡Qué especial tu reflexión, Jaanai! Muchas gracias por compartirla de manera pública en mi blog. Estoy de acuerdo en lo que dices; en especial con el hecho de que Dios es nuestra única salida y la verdadera razón por la cual vale la pena vivir esta vida.
Me alegra que mis publicaciones estén bendiciendo tu vida.
Un abrazo,
Andrea
Realmente este texto me gusto demasiado, y es muy entendible, y el leer un poco te hace querer leer mas, de una u otra manera es “necesario” leer mas para seguir entendiendo y darle sentido a los textos anteriores, me gusta que sea un texto que va directamente al punto, que no tiene rodeos, y es lo mas directo posible, te hace entender el porque muchas personas tienen el deseo de acabar con sus vidas, y como lo dices ahi es totalmente necesario hablar de este tema,ya que muchas veces creemos que es algo “incompresible”, y que no tenemos como ayudar a estas personas ya que no hay otra salida, pero debemos mostrarle que la salida a nuestro dolor es Dios, que el es el unico que nos puede mostrar cuan valiosa es nuestra vida, que tenemos un proposito con el cual vinimos a la tierra, y que no nos dio vida para desear morir.
Nosotros de una u otra forma debemos tener algo que nos hace vivir, y mas que hacernos vivir, nos hace sentir vivos, pero debemos de entender que estar vivos por algo terrenal, no es lo mejor, ya que esto se va, en caso de que sea una persona, te puede dejar a un lado, o si es algo material, lo podemos perder, entonces tendriamos que morir en ese momento de perder aquello?, no, realmente aca por quien debemos estar vivos es por Dios, que es el quien no se ira, quien no se acabara y es aquel que nos mostrara aquel proposito de vida.
por ultimo me parece muy lindo que nos quieras contar tu experiencia, y darnos a entender el consejo de que no debemos desperdiciar nuestra vida, y mucho menos acabar con ella.
¡Qué bonita reflexión, Isabella! Gracias por compartirme todos esos pensamientos especiales. Estamos de acuerdo en que Dios es la única razón por la cual debemos vivir y ser realmente felices. La realización verdadera viene de Él y me complace saber que mi texto te ha hecho meditar en estos asuntos.
Dios te bendiga,
Andrea
Me parece un texto muy interesante que logró llamar mi atención ya que es un acontecimiento muy visible y constante en estos tiempos. Es común pensar que el suicidio es solo querer quitarse la vida por estar asfixiado por diferentes circunstancias y/o dificultades, pero como tú lo expresaste, no es solo quitarse la vida sino no encontrar el sentido a su existencia, además de no comprender que nuestro propósito lo encontramos en Jesucristo.
Estoy ansiosa por continuar la travesía textual.
¡Bendiciones!
Hola Daniela,
Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que mi publicación te haya hecho reflexionar profundamente acerca del tema del suicidio. En verdad es muy importante pedirle a Dios la gracia de entender nuestro verdadero propósito en la tierra, de modo que podamos vivir una vida que glorifique su nombre en todo sentido y podamos ser realmente felices.
Bendiciones,
Andrea