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“Se alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa. Florecerá profusamente, y también se alegrará y cantará con júbilo”

Isaías 35:1-2 (RV 1960)

Bienvenido a la segunda parte de “Dios de imposibles”, apreciado lector. Si estás leyendo esto es porque muy posiblemente quedaste con deseo en tu corazón de escuchar más acerca de un Dios que es experto en imposibles. Para esta segunda entrada, quisiera enfocar mi atención en un imposible de la historia del pueblo de Israel que me ha tenido realmente impactada. Bueno, de hecho, es una secuencia de imposibles que ha vivido Israel como nación; y espero no solo instruirte académicamente un poco sobre la historia reciente de nuestro hermano mayor, sino además motivarte a creer y a ser esforzado en la fe para que tus imposibles se vuelvan realidades a la manera de Dios. Así las cosas, déjame hablarte un poco más acerca del sionismo y de la resurrección de la lengua hebrea después de 1.800 años. Has leído bien: ¡la resurrección de un idioma!

En primer lugar, quiero invitarte a leer un pasaje hermoso de la Escritura: Ezequiel 37. Allí el profeta cuenta la visión del Valle de los huesos secos, que es ciertamente una profecía para el pueblo de Israel, pero también una promesa para todos nosotros quienes creemos en el nombre de Dios. Tómate tu tiempo para leer el pasaje y meditarlo.

La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera. Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes. Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis. Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová. Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu. Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán. 10 Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. 11 Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos. 12 Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel. 13 Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío. 14 Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová.

Ezequiel 37:1-14 (RVR 1960)

“Profetizar” es predecir alguien un hecho futuro por inspiración divina. En este caso, Ezequiel profetizó sobre los huesos para que vivieran, pero no lo hizo de cualquier manera: profetizó en el Espíritu y lo hizo con fe, porque Dios se lo pidió.

¿Se parece esto en algo a tu vida? ¿Sobre qué huesos necesitas tú profetizar en el Espíritu? No pierdas nunca la esperanza al contemplar tu imposible como un montoncito de huesos sin vida. Toma la palabra de Dios en esta hora y profetiza sobre ellos en el Espíritu y hazlo con fe. Dios hará, tal y como lo hizo con el pueblo de Israel. Veamos.

Eliezer Ben-Yehuda

Este hombre judío nació en Lituania en el año 1.858 y emigró a Israel como parte del movimiento sionista en el año 1.881 con su esposa e hijo a la edad de 23 años. En su juventud, amaba leer la Torá en hebreo, y fue muy sabio en el dominio de varias lenguas europeas. Siempre le dolió en su corazón el hecho de que la lengua hebrea llevara tantos siglos sin ser hablada de manera activa y cotidiana por el pueblo de Israel, de modo que, después de emigrar a la tierra de sus ancestros, emprendió con devota diligencia la tarea de resucitar el idioma del cual se había enamorado desde su temprana infancia.

A quien primero decidió instruir en el hebreo fue a su propio hijo Ben-Zion Ben Yehuda, quien hoy se considera el primer hablante del hebreo moderno. Sus esfuerzos permitieron que muchas otras familias quisieran enseñar también a sus hijos el idioma, así que poco a poco, con los más pequeños, se emprendió la enorme tarea de su resurrección.

Desde que Eliezer emigró a Israel en 1.881 hasta el reconocimiento del hebreo como lengua oficial en 1.921, hubo 40 años de trabajo lexicográfico intenso de su parte y muchas pruebas personales; entre ellas la persecución por parte de judíos ortodoxos que estaban en contra de su trabajo por considerarlo una blasfemia contra el Señor y una lengua santa, pues pensaban que el hebreo no podía convertirse en una lengua secular.

Lo más increíble de su vida y su trabajo es que, justo cuatro años después de la conquista de Jerusalén en el año 1.917, esto es en 1.921, el estado británico reconoció el hebreo como uno de los tres lenguajes oficiales de Palestina junto con el árabe y el inglés. Así es: el hebreo fue levantado después de 1.800 años. Increíble. Realmente el hebreo había resucitado antes de que Israel fuera declarada como nación en el año 1.946 (25 años después).

Justo un año después de su reconocimiento como lengua oficial; es decir, en 1.922, Eliezer fallece dejando un legado increíble y permitiendo que esa profecía sobre los huesos secos de la cual habló Ezequiel iniciara su cabal cumplimiento sobre el pueblo de Israel. Un imposible humano se hizo posible en la historia y esto me llena el corazón de esperanza y alegría.

En verdad nuestro Dios es Dios de imposibles como ningún otro; y es imperativo que así lo veamos y lo experimentemos cada día. Pidámosle con fe que nos ayude a creer que Él puede hacer vivir todo lo que está muerto en nuestras vidas o en nuestras familias, que nos renueve el entendimiento y podamos vivir en la esfera de su carácter sobrenatural, que no desfallezcamos ante la adversidad y que nos podamos mantener firmes en la fe, hasta que Él nos llame a Su Presencia por su buena voluntad.

Si quieres conocer más acerca del sionismo y la resurrección de la lengua hebrea en tiempos modernos, te invito a que observes el video. Allí doy muchos más detalles de esta historia tan interesante que espero sea de mucha bendición para ti.

Un abrazo y feliz día.

Andrea Suárez Salazar

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