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En la entrada que hice hace algunos días estuvimos tratando de entender un poco mejor el porqué de la aflicción. Vimos que es una parte fundamental dentro de la experiencia de vida de cada creyente fiel en Cristo y que es una de las puertas que nos abre el Señor para que podamos entrar a niveles de revelación mayores de su Santo y Perfecto Espíritu. 

En esta segunda entrada vamos a hablar acerca de Elías, un personaje de las Escrituras que en diversos momentos de su vida experimentó momentos de gran angustia y temor. De manera especial haré referencia a un evento específico de su vida que sirve así mismo como título de la presente segunda parte: “Elías es alimentado por cuervos”

“Elías era hombre sujeto a pasiones semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses”.

Santiago 5:17 (RVR 1960)

Lo primero que quiero que entiendas acerca de Elías es que no fue un súper hombre. De hecho, era muy parecido a ti en todo y estaba sujeto a las mismas pasiones a las cuales tú estás sujeto a diario ahora. Muchas veces tendemos a pensar que los hombres que aparecen en la Biblia fueron mejores que nosotros o que eran especial y radicalmente diferentes a nosotros… ¡nada más alejado a la realidad que ese pensamiento! 

Lo que hizo realmente la diferencia en la vida de este varón no fue el haber vivido cosas diferentes a las que tú vives hoy en día, sino que voluntariamente se dispuso para estar con el Señor y decidió con todo su corazón buscarle y vivir sus procesos difíciles en Su Presencia: vemos cómo su oración esforzada y ferviente es prueba de su carácter determinado en la búsqueda sincera del rostro de Dios, lo cual trajo poderosas respuestas sobre él y el pueblo de Israel en la época en la que vivió. 

Elías

“Y ellos le respondieron: Un varón que tenía vestido de pelo, y ceñía sus lomos con un cinturón de cuero. Entonces él dijo: Es Elías tisbita”.

2 Reyes 1:8 (RVR 1960)

Elías fue un profeta que vivió durante el reinado de Acab y su esposa Jezabel y tenía la singular apariencia de estar vestido de pelo bien ceñido a su cintura por una correa de cuero de la época. Podemos encontrar el registro de su vida en 1 Reyes 17-22 y en 2 Reyes 1-2 (Te recomiendo que leas su historia completa). 

Acab

Por su parte, Acab fue un hombre absolutamente perverso. Dice la Palabra de Dios en 1 Reyes 16:29-33 que fue hijo de Omri y comenzó a gobernar Israel en el año 38 del reinado de Asa -rey de Judá- y reinó en Samaria 22 años. Hizo lo malo delante del Señor, peor aún que todos los reyes anteriores. Siguió el ejemplo pecaminoso de Jeroboam y se casó con Jezabel, una mujer que pertenecía al pueblo sidonio (de hecho fue la hija de Et-baal, su rey), que rendía culto a Baal y mataba profetas (s. IX a.C.). Ella lo inclinó al culto de Baal hasta tal punto de no solo llegar a adorarle, sino construirle un templo en Samaria, acto mediante el cual oficializó su culto. 

Quiero que entiendas algo: las creencias en Baal ya habían permeado el pueblo de Israel desde hace algunos años atrás, pero Acab fue quien institucionalizó y oficializó su culto en el reino ¿Te imaginas tal grado de perversión y maldad en contra de nuestro buen y fiel Dios? 

Baal

El nombre “Baal” significa “señor”, “marido” o “amo”. En la mitología cananea fue el hijo de El y Astarté y se convirtió en el dios principal de la religión cananea (después de su Padre El). Era el dios de las tormentas que proporcionaba la lluvia necesaria para la fertilidad de la tierra; lo cual quería decir que con el culto a este dios todos creían que Baal era quien se encargaba de enviar la lluvia para que creciera el alimento. La adoración a Baal se justificaba en el hecho de creer que la tierra y sus moradores eran prosperados por su causa… ¿te imaginas la afrenta que esto representaba para el Señor? Iba en total y directa contradicción con su promesa para el pueblo de Israel registrada en Deuteronomio:

“Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite. Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y comerás, y te saciarás”. 

Deuteronomio 11:14 (RVR 1960)

Como si fuera poco, Acab también levantó una estatua de Asera. Con esto hizo más para provocar el enojo del Señor que cualquier otro de los reyes anteriores de Israel. 

Retomemos a Elías

Elías vivió durante ese perverso tiempo, vio todo lo que sucedía en el pueblo por causa del culto idolátrico abierto a Baal y se dolió profundamente en su corazón por causa de la gran maldad de Acab. Por esta razón fue que oró fervientemente al Señor para que no hubiera lluvia, de modo que todos supieran que Baal era un dios falso (VerSantiago 5:17b). El Señor respondió su oración, pero sabía cuán difícil iba a ser para Elías enfrentarse a una autoridad tan perversa como la que él ejercía. 

Después de haberlo escuchado, Elías se presentó delante del rey y le dijo que no habría ni rocío ni lluvia durante los próximos años, hasta que él diera la orden. Para ponerlo en perspectiva, lo que hizo Elías fue darle a Acab una palabra que iba directamente en contra de su ídolo Baal, lo cual despertaría toda su ira y su furor:  

“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive el Señor Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.

1 Reyes 17:1 (RVR 1960)

Yo no sé a ti cómo te parezca, pero para mí esta es una escena de “alto voltaje”. Enfrentarse a la autoridad de tal manera es un acto de mucha valentía y plena conciencia de que es Dios quien respalda poderosamente. Ahora bien, si lees la historia completa con cuidado, te darás cuenta de que después de esto el Señor le dijo a Elías que se fuera hacia el oriente y se escondiera en el arroyo de Querit porque Él enviaría cuervos para que lo alimentaran. 

Me pregunto: ¿por qué Elías habría de esconderse? Muy seguramente lo hizo por causa de la ira despertada en Acab para causarle su muerte inmediata.  

“Y vino a él palabra del Señor, diciendo: ‘Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra del Señor; pues se fue y vivió junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo”. 

1 Reyes 17:2-6 (RVR 1960)

¡Por fin han aparecido los cuervos en esta segunda entrada de la mini-serie! Su travesía ha terminado y han llegado cargados de comida y provisión para este corazón afligido y escondido. 

Si quieres descubrir más acerca de quiénes son como cuervos en el Reino de Dios, qué hacen y cómo actúan; no dejes de leer las próximas entradas. Recuerda que la mano de nuestro buen Dios siempre nos alimenta y nos bendice en nuestros momentos de dolor. 

Dios te bendiga.

Andrea Suárez Salazar

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