Buenas noches para todos,
Reciban todos muchas bendiciones en nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Durante las reuniones anteriores en jóvenes estuvimos hablando acerca de temas relacionados con la bendición económica. En primer lugar, el pastor Luis Enrique hizo una introducción al tema hablando de los principios generales acerca de nuestra área financiera y de cómo Dios tiene en su corazón el deseo de prosperarnos. En segundo lugar, Daniel Álvarez nos compartió acerca de las prioridades correctas que debemos tener como hijos de Dios con relación a nuestras finanzas y nos explicó también que no todas las aflicciones en el área económica suceden por causa del pecado (a veces son tratos específicos del Señor con una vida; ejemplo: Job). En tercer lugar, José Eduardo nos habló acerca de la honra a los padres y de cómo esta honra trae consigo muchas promesas, entre ellas la prosperidad financiera. Finalmente, el pastor Luis Enrique nos compartió acerca de la importancia de diezmar, ofrendar y renunciar a las deudas.
En este orden de ideas y de temas, en esta noche hablaremos de dos aspectos que son muy importantes en nuestra vida cotidiana como hijos de Dios: el primero tiene que ver con la buena administración del dinero y de los bienes de acuerdo con la Palabra de Dios y el segundo, con el aprender a dar a otros según la buena voluntad del Señor.
Antes de comenzar a hablar en detalle de todas las cosas que me ha puesto el Señor hablar en esta noche con relación al área financiera, es importante aclararles a todos que no soy una experta ni en finanzas, ni en administración, ni en contabilidad, ni en ninguna área afín a la economía. De hecho, reconozco que no tengo gran habilidad matemática. Todo lo que voy a exponer hoy es el resultado de las enseñanzas directas que me ha dado mi Padre Celestial.
Comencemos hablando de lo que significa “administrar”. Esta actividad se refiere a “ejercer el control o el mando de algo específico”. Este término proviene de las palabras en latín administrō, administrāre, que están compuestas del prefijo ad (que quiere decir “a”, “hacia”) y ministrō, ministrāre (que hace referencia a “servir”, y que a su vez deriva de la palabra minister, relacionada con “ayudante”). En términos económicos, los diccionarios también definen “administrar” como: “planificar, ordenar, clasificar y distribuir recursos” y “planear, organizar, dirigir y controlar los recursos”.
A continuación vamos a ver un video acerca de la parábola de los talentos, historia bíblica que nos ayudará a poner en contexto el tema y de la cual extraeremos grandes y profundas verdades del Señor para bendición en nuestra área financiera.
Video – “Parábola de los talentos” (Mateo 25:11-30)
Ahora leeremos en voz alta la parábola de las minas, que encontramos en Lucas 19. ¿Quién quisiera leerla?
Lectura de la “Parábola de las minas” (Lucas 19:11-27)
Parábola de los talentos
Con el fin de profundizar en el contenido de esta preciosa parábola registrada en la Biblia, estudiemos alguna información de referencia histórica.
Un talento es la mayor unidad de peso hebrea y también la de mayor valor monetario. Partiendo de la base de que el talento equivalía a 60 minas o 3.000 siclos (Éxodo 38:25-26), debía pesar 34,2 kg. Actualmente un talento de plata costaría 6.606 dólares (E.U.A.), y un talento de oro, 385.350 dólares (E.U.A.). Posteriormente, en el siglo I D.C., una mina equivalía a 100 dracmas griegos, por lo que un talento de 60 minas pesaba 20,4 kg. menos que en los tiempos de las Escrituras Hebreas. De modo que hoy un talento de plata del primer siglo costaría 3.924 dólares (E.U.A.), y uno de oro, 228.900. Según el antiguo patrón griego, las piedras de granizo simbólicas mencionadas en Apocalipsis 16:21 que pesaban un talento (20,4 kg.) tendrían un efecto devastador. (Texto adaptado de: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200004309)
Una mina es un sesentavo o sexagésimo de un talento (1/60) y un siclo es la medida básica de peso hebrea (1 Samuel 17:5-7; Ezequiel 4:10 y Amós 8:5) que servía de unidad monetaria. Basándose en el promedio de unas 45 inscripciones de medidas de siclo, este se puede calcular en unos 11,4 g.
Un siclo equivalía a 20 guerás (Números 3:47 y 18:16), y hay indicios de que 50 siclos equivalían a unamina. Según el valor actual, un siclo de plata equivaldría a 2,20 dólares (E.U.A.), mientras que uno de oro valdría 128,45 dólares (E.U.A.). En la Palabra de Dios, a menudo se hace referencia al siclo en conexión con la plata o el oro (1 Crónicas 21:25 y Nehemías 5:15).
Antes de la utilización de la moneda, se empleaban como dinero piezas de plata (y con menos frecuencia, de oro), y se comprobaba el peso cuando se hacía la transacción (Génesis 23:15-16 y Josué 7:21). Las cosas que pertenecían al tabernáculo a veces se daban en términos de siclos –“según el siclo del lugar santo”- (Éxodo 30:13; Levítico 5:15; 27:2-7 y 25). Puede que esto se haya hecho para destacar que el peso debería ser preciso o, quizás, que debería conformarse a un peso estándar guardado en el tabernáculo. (Texto adaptado de: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200003987)
Por lo general, se cree que las “piezas de plata” que se mencionan a menudo en las Escrituras Hebreas (Jueces 16:5; 1 Reyes 10:29 y Oseas 3:2) eran siclos de plata, la unidad monetaria estándar. Este hecho se corrobora tanto en la Septuaginta (donde la expresión “piezas de plata”, que aparece en Génesis 20:16, y la palabra “siclos”, que se encuentra en Génesis 23:15-16 se traducen por la misma palabra griega) como en los tárgumes. Según Jeremías 32:9, el profeta pagó “siete siclos y diez piezas de plata” por un campo. Quizás fuera simplemente una fórmula legal que significaba diecisiete siclos de plata, o posiblemente quería decir siete siclos de oro y diez siclos de plata. Por su parte, el versículo 2 Samuel 14:26 pareciera indicar que había un siclo “real” diferente del común (o puede que se haga referencia a un peso estándar que se guardaba en el palacio real). (Texto adaptado de: https://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200003987)
Yo no sé si a ustedes les pasa lo mismo que a mí (a lo mejor sí), pero cuando comencé a estudiar este tema la verdad es que no comprendía prácticamente nada; es decir, yo le decía al Señor algo como:“Padre, toda la historia del dinero es muy interesante y todo, pero para mí no significa nada ni un talento, ni una mina, ni un siclo. Son unidades monetarias que se utilizaban hace mucho tiempo. Es más, ni siquiera entiendo bien si me hablas en términos del nuevo sheckel, que es la actual moneda de Israel. Yo entiendo si tú me explicas en dólares o en pesos colombianos”. ¡Gloria sean dadas a Dios por su paciente carácter y forma de enseñar! Pues Él mismo se encargó de dar respuesta a mi oración a través de un largo e intrincado camino de ejercicios matemáticos (no tan fáciles de entender para mí).
Entendí, haciendo todo el proceso de equivalencias (y pasando, por supuesto, unos tiempos muy divertidos con el Padre como mi profe de matemáticas básicas), que un talento de plata actualmente equivaldría más o menos a unos $18.500.000 pesos colombianos, mientras que uno de oro podría valer unos $1.079.000 pesos. ¿Se imaginan? Eso es demasiado dinero. También aprendí que una mina de plata valdría actualmente en Colombia más o menos unos $300, mientras que una de oro, unos $18.000. (Todos estos valores son, por supuesto, aproximados. Recuerden que no soy una experta).
Para terminar esta primera parte, también me di cuenta de que la parábola de los talentos fue contada durante el discurso de Los Olivos y que era prácticamente una parábola hermana de la parábola de las minas, también registrada en la Biblia.
Parábola de las diez minas
Esta parábola fue dada en el camino desde Jericó hasta Jerusalén. En el versículo 13 encontramos la expresión “un país lejano”. Veamos a lo que hace referencia: los reyes en provincias romanas como Galilea y Perea acudían a Roma para recibir sus reinos. Toda la dinastía herodiana dependía de Roma con el fin de recibir poder para gobernar, y el mismo Herodes el Grande tuvo que ir a Roma para que le fuera entregado su reino.
La parábola de las minas ilustra a Cristo, quien pronto partiría para recibir su reino, y regresará un día para ejercer su mando personal. Es similar a la parábola de los talentos, pero tiene diferencias significativas (entre ellas, la cantidad de dinero entregada. La mina era una medida monetaria griega, equivalente a poco más que el salario por tres meses de trabajo. La mina era la sesentava o sexagésima parte de un talento, lo cual significaba que los diez siervos en esta parábola habían recibido una suma mucho menor para responder por ella que la recibida por cualquiera de los tres siervos en la parábola de los talentos). (Apuntes basados en el libro: “Una vida perfecta: La historia completa del Señor Jesús” de John F. MacArthur).
En esta parábola también encontramos otra expresión: “enviaron tras sí una embajada”. No es casualidad que Jesús haya contado esta historia cerca a la ciudad de Jericó, pues estaba haciendo referencia a un evento histórico real con el cual estaban familiarizados quienes lo escuchaban. Fue precisamente lo que le sucedió a Arquelao, hijo de Herodes el Grande, al acudir a Roma para convertirse en tetrarca de Judea (sus dos hermanos Herodes Felipe 2 y Herodes Antipas gobernaron sobre el Norte de Galilea, y Galilea y Perea respectivamente). Una delegación o “embajada” de judíos viajó a Roma con una protesta ante César Augusto. Él negó su petición e hizo rey a Arquelao de todas formas. Él procedió a construir su palacio en Jericó (cerca a donde Jesús predicó esta parábola). La historia recoge que Arquelao fue tan cruel e incapaz y su reinado fue tan despótico que fue depuesto por Roma después de un corto reinado y reemplazado por un gobernador escogido en Roma. Poncio Pilato fue el quinto gobernador de Judea (procurador).
Con esta parábola, Jesús advirtió que los judíos estaban a punto de hacer lo mismo, en un sentido espiritual, a su propio Mesías verdadero. (Apuntes basados en el libro: “Una vida perfecta: La historia completa del Señor Jesús” de John F. MacArthur).
Habiendo entendido el contexto social, cultural y de algún modo económico de la época, podemos proceder entonces a indagar un poco acerca de las cantidades de dinero involucradas en ambas parábolas y las implicaciones reales y prácticas que tienen dichas historias sobre nuestra área financiera.
Retomando la parábola de los talentos, entendemos entonces que el primer siervo recibió en promedio unos $90.000.000 de pesos colombianos y entregó a su amo alrededor de $180.000.000 de pesos. El segundo siervo, por su parte, habría recibido una cantidad semejante a los $36.000.000 de pesos y habría entregado a su amo al llegar unos $72.000.000. Ambos, aunque recibieron diferentes cantidades, entendieron el principio de la inversión y el recaudo; es decir, obtuvieron para su amo unas ganancias calculadas en %100. El último siervo, por el contrario, recibió $18.000.000 de pesos y entregó exactamente la misma cantidad de dinero a su amo al regresar de su viaje.
¿No te parece esto un acto de total insensatez? No sé tú, pero yo al principio no entendía porqué el amo de la parábola se había puesto tan bravo con el tercer siervo… es decir, yo pensaba algo como esto: “Si un amigo me diera $500.000 para guardarle mientras se va de viaje a San Andrés y me pide que trabaje con ese dinero mientras regresa y yo lo guardo… ¿cuál sería el problema si al regresar yo le doy cualquier excusa y le regreso la misma cantidad de dinero que me entregó? La verdad es que yo no lo vería grave… pues, en últimas, él no estaría perdiendo nada de dinero”.
Yo quiero que tú te fijes en este momento en la manera en la que trabaja el Señor en una vida: Él recibe nuestros pensamientos tal y como ellos son, y si nos disponemos de todo nuestro corazón, Él mismo se encarga de iluminarnos y darnos entendimiento verdadero de las cosas. El Señor tomó ese pensamiento mío -equivocado por supuesto- y lo transformó mediante la renovación de mi entendimiento (Romanos 12:2). Me explicaba algo como: – “hija, aquí no estamos hablando de $500.000 ni de $1.000.000 de pesos… estamos hablando de una cantidad aproximada de $18.000.000 de pesos colombianos. ¿Esa cantidad te parece poco o mucho dinero?”. No tuve más que responderle al Señor: – “Padre, en realidad me parece mucho dinero”. – “Es cierto, es mucho dinero. El siervo fue muy malo al no generar ganancias con ese dinero; de hecho, fue perverso en gran manera. Si no quería trabajar diligentemente con ese dinero para producir más, lo mínimo que pudo haber hecho fue haber colocado ese dinero en el banco con el fin de generar algo de interés y entregarlo al amo al volver, ¿no crees? Ahora voy a explicarte más cosas de las cuales te vas a sorprender, pues aquí no solo estamos hablando de ciertas cantidades específicas -altas o no- de dinero; estamos hablando de algo que a mí me interesa mucho más: el corazón de los seres humanos”, me respondió el Señor. – “Está bien, Padre. Yo me dispongo entonces para que Tú me expliques todo lo que necesito saber, pues estoy apenas comenzando este proceso de entender”, le dije en mi corazón.
Continué revisando entonces la parábola de las diez minas. Esta es una historia “hermana” de la anterior (aunque si miramos en detalle las matemáticas celestiales involucradas en ambas nos quedaremos sorprendidos). A pesar de que tienen muchas similitudes, es importante prestar en este momento especial atención a dos detalles específicos: el primero tiene que ver con la cantidad recibida por los siervos. En esta parábola la cantidad fue, evidentemente, la misma para todos; y fue mucho menor que la concedida a los siervos de la primera parábola. El otorgarles algo a los siervos, entonces, no dependía de las capacidades específicas de los siervos, sino única y exclusivamente, de la voluntad del amo para “darles”. El segundo tiene que ver con el porcentaje de las ganancias, pues en esta última se percibe una ganancia de %1.000 comparado con la ganancia del %100 de la primera parábola.
¿Entiendes esto? Bíblicamente está sustentado que es posible tener altísima rentabilidad en todos los negocios en los que me indique el Señor que debo trabajar… desde un %100 hasta un %1.000 (¡y creería que mucho más aún!). El problema no radica en el principio para hacer riquezas, sino en el corazón del hombre con relación a las riquezas (1 Timoteo 6:10). Por esta razón encontramos que ambas parábolas apuntan a lo mismo: un regalo de provisión financiera inigualable, que se ve materializado en una entrega inicial (capital) y en una rentabilidad posterior (ganancia) que vendría a ser de bendición para los siervos en cuanto a su sostenimiento (cosas básicas para vivir) e igualmente para potenciar sus habilidades de generación de riquezas a largo plazo.
¿Logras entender el corazón del Padre? Él es sencillamente maravilloso. Él mismo es el amo de la parábola, encarnado en la persona de Jesucristo, su Hijo. A través de estas parábolas nos está hablando mucho más que de cantidades de dinero, nos está hablando de los deseos de su corazón para nuestras vidas. Las cantidades otorgadas fueron muy diferentes en el mundo natural; mas en el mundo espiritual, fueron iguales. Esto quiere decir que en el mundo del Espíritu, el Señor les estaba entregando a todos un “principio”. A todos les fue dado el mismo “principio financiero” para que pudieran sostenerse, vivir y ser ricos. Piensa en que hoy, mientras escuchas esta prédica, tú mismo estás recibiendo el mismo principio de bendición financiera que recibieron aquellos siervos.
Ahora, entremos más a fondo en el corazón del amo y de lo que dice acerca de ambos tipos de siervos.
Siervo bueno
Parábola de los talentos
Mateo 25:21 (RVR 1960)
“Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”.
Parábola de las diez minas
Lucas 19:17 (RVR 1960)
“Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre _ ciudades”.
Al siervo bueno, el Señor:
1. lo felicita: como buen siervo, yo hago sentir bien a mi amo, a mi Señor.
2. le reconoce sus buenas acciones: entiendo que soy su posesión -su siervo-; por eso soy útil para Él.
3. le reconoce su fidelidad: el Señor considera que mi labor es útil y fiel. Me da una identidad. No tiene que ver con la cantidad de dinero o bienes -esto es, si se me ha sido entregado mucho o poco-.
4. le promete una recompensa: administrar bien trae para mi vida buenas consecuencias; me garantiza alegría y gozo. Una consecuencia de la buena administración es gozar de alegría y de bienestar.
5. le da autoridad: una consecuencia de la buena administración es que puedo recibir mayores responsabilidades.
6. se entrega a sí mismo: ¡esto es sencillamente precioso! El Señor se ofrece a sí mismo a mi vida para ser mi Señor. Una consecuencia de la buena administración es que puedo disfrutar de la presencia misma del Señor en mi vida.
Siervo malo
Por el contrario, la respuesta del siervo malo evidencia el profundo desconocimiento que tiene acerca de su amo.
Parábola de los talentos
Mateo 25:24-25 (RVR 1960)
“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo”.
Parábola de las diez minas
Lucas 19:20-21 “ (RVR 1960)
Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste”.
Este siervo malo no solo no conoce a su señor, sino que además:
1. evidencia la mala imagen que tiene del señor (duro, severo, exigente, malo…): una razón por la cual puedo estar administrando mal mis recursos es porque tengo una imagen distorsionada de Dios en mi corazón. Además de lo anterior, lo más grave es que el siervo malo difama el nombre del Señor, su carácter y su reputación; es decir, es una total deshonra para él.
2. siente miedo: cuando le tengo miedo a Dios, no puedo acercarme a Él con libertad. Si no puedo acercarme ni siquiera, entonces mucho menos podré administrar con libertad las cosas que Él me entrega. El Señor le inspira miedo a aquéllos que no lo conocen.
3. actúa de manera equivocada (guarda/esconde el dinero): una consecuencia de no conocer a Dios es que comienzo a actuar equivocadamente. Al no conocer al Señor, no hay ni el más mínimo atisbo de lucidez ni sabiduría para administrar; es decir, no vienen ideas creativas para el manejo del dinero y de los bienes.
4. nunca consideró como propio lo que recibió del amo; por lo tanto, no lo “administró” como propio: cuando yo recibo algo de Dios, me identifico con lo que recibí y por ello, comienzo a administrarlo como si realmente me perteneciera. Me preocupo por lo que recibí y lo cuido.
5. miente porque le dice que “no sembró”: esto es una mentira directa contra el amo, pues él sí sembró. Antes de irse le dio dinero para que lo trabajara; es decir, el amo le entregó un capital inicial. Con este acto, difamó al Señor al tratarlo como un amo cruel.
En este orden de ideas, pensemos en algo: ¿con qué argumento vamos a salirle al Señor cuando Él mismo venga a pedirnos cuentas de los talentos y las minas que nos ha entregado? Esta es una pregunta crucial en nuestra vida cristiana en lo que tiene que ver con la administración del dinero a la manera bíblica y es bueno que meditemos muy bien en ello, antes de recibir del Señor una respuesta tan terrible como la que recibió el siervo malo de cada parábola:
Parábola de los talentos
Mateo 25:26-30 (RVR 1960)
“Respondiendo su señor, le dijo: siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”.
Parábola de las diez minas
Lucas 19:22-26 (RVR 1960)
“Entonces él le dijo: mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará”.
Con la respuesta que dio, el siervo malo con su lengua se condena y el Señor:
1. lo reconoce como un siervo malo, perezoso e inútil: es una condición lamentable ser reconocido por Dios de esta manera. En otras versiones dice que es un “siervo perverso” y “perezoso”; lo cual nos hace pensar en una persona que no es un verdadero creyente.
2. lo juzga conforme a lo que él mismo dijo: debo tener cuidado con los dichos de mi boca, no sea que yo mismo me condene con mis palabras.
3. le dice que no lo conoce y que tiene una imagen muy distorsionada de quién es Él: la mala administración puede venir como consecuencia de no conocer a Dios realmente. El Señor le dice: “Tú realmente no me conoces. No sabes quién soy yo”.
4. le reprocha su conducta y le reclama: el Señor se duele de mi comportamiento y por eso me reclama si actúo equivocadamente. Dar el dinero a los bancos y darle los intereses al Señor habría sido lo mínimo, pero el siervo no fue capaz de darle ni siquiera lo más mínimo. De hecho, no le dio nada, no hizo nada.
5. le hace un juicio público: todos se van a enterar de mis errores si no hago una buena administración de mis recursos.
6. le quita lo que tiene: una consecuencia de la mala administración es que lo poco que tengo lo comienzo a perder (por ejemplo, no me rinde el dinero, o se me pierde, o me roban, etc).
7. le deja claro que ninguna defensa a su favor funcionará: si alguien quisiera levantarse por mí -para defenderme-, esto no funcionaría.
8. le espera un juicio mucho peor: en esta parte se refiere al infierno, a una total separación de nuestro Señor (oscuridad, llanto, sufrimiento y dolor).
Buena administración en la vida cotidiana según la Palabra de Dios
Hasta ahora hemos hecho un análisis de la parábola de los talentos y de la parábola de las diez minas en cuanto a las cantidades de dinero otorgadas, a las ganancias obtenidas, al trabajo de los siervos y a la actitud del amo frente a ellos al regresar. Considerando que todos aquí queremos ser buenos siervos de Cristo (o por lo menos, eso espero), me permitiré compartir con ustedes algunas cosas que he aprendido en mi caminar con el Señor que han sido -y son aún- de muchísima bendición para mi área financiera.
Hablemos entonces de algunos principios bíblicos de la buena administración de los recursos en nuestra vida cotidiana con relación a las deudas, a los gastos innecesarios, a los préstamos, a los diezmos y las ofrendas, a los ahorros, al trabajo diligente y a las inversiones.
1. Deudas
Creo que uno de los lastres más terribles que puede llevar una persona es el deberle dinero a otros y son muchos los pasajes de las Escrituras que dan cuenta de esto. Nuestro Señor nos está siempre recordando la importancia de no endeudarnos porque sabe muy bien lo que las deudas representan, lo que implican para quien presta y quien recibe prestado y las posibles consecuencias que pueden traer sobre nuestras vidas. Veamos:
Las deudas traen lazo sobre nuestras vidas:
Proverbios 6:1-5 (RVR 1960)
“Hijo mío, si salieres fiador por tu amigo, si has empeñado tu palabra a un extraño, te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios. Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo; ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo. No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento; escápate como gacela de la mano del cazador, y como ave de la mano del que arma lazos”.
- Las deudas también nos afligen, nos hacen estar ansiosos de manera permanente:
Proverbios 11:15 (RVR 1960)
“Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro”.
- Las deudas deben ser pagadas:
Romanos 13:7 (RVR 1960)
“Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra”.
- Las deudas deben ser evitadas:
Romanos 13:8 (RVR 1960)
“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”.
2. Gastos innecesarios
La vida misma ya implica el pago de muchos gastos y obligaciones. Es importante priorizar y evitar, en la medida en la que el Señor me lo vaya revelando, aquellos gastos que realmente no necesito hacer.
La Palabra de Dios nos instruye al respecto y nos da algunos consejos en este sentido:
- Debemos aprender a ser felices con lo que tenemos ahora:
Hebreos 13:5 (RVR 1960)
“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”.
- No debemos codiciar cosas malas.
1 Corintios 10:6 (RVR 1960)
“Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron”.
Si realmente quieres ser un buen administrador según la Palabra del Señor, lo más sabio es que comiences de una manera sencilla y práctica por identificar cuáles son las cosas de las cuales te antojas y compras innecesariamente (en el caso de las mujeres pueden ser los zapatos, la ropa, los bolsos, etc). Debes tomar decisiones al respecto y pedirle al Señor que te ayude a no gastar tu dinero en cosas inoficiosas y temporales, que resultan por satisfacer más tus caprichos que tus necesidades.
3. Préstamos
Este aspecto está un poco relacionado con el aspecto número 1. Veamos lo que el Señor nos aconseja en su Palabra acerca de no prestar dinero a otros:
- Ser fiador es insensatez:
Proverbios 17:18 (RVR 1960)
“El hombre falto de entendimiento presta fianzas, y sale por fiador en presencia de su amigo”.
Proverbios 22:26-27 (RVR 1960)
“No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas. Si no tuvieres para pagar, ¿por qué han de quitar tu cama de debajo de ti?”
- La bendición de Dios enriquece y se da en un marco de alegría, gozo y paz; es decir, no es un motivo de tristeza:
Proverbios 10:22 (RVR 1960)
“La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella”.
4. Diezmos y ofrendas
A pesar de los muchos cuestionamientos que puedan existir alrededor de‘diezmar’ y ‘ofrendar’, he descubierto que uno de los principios bíblicos que mayor respaldo financiero trae a mi vida es precisamente este. Disponer de manera intencional y voluntaria de una décima parte de mi salario mensual, así como ofrendar de manera permanente a diversas causas que buscan la expansión del evangelio de Cristo en el mundo entero es de profunda bendición para mi vida y lo he comprobado, en primera persona, desde hace alrededor de 13 años de vida cristiana.
Estudiemos un poco acerca de las preciosas bendiciones que nos regala el Señor a través de Su Palabra si obedecemos, en amor, sus instrucciones sobre el diezmo y la ofrenda.
- El Señor promete que abrirá las puertas de los cielos para mí y que derramará bendición hasta que sobreabunde. Además, promete que reprenderá al enemigo por mí y no permitirá que él destruya el fruto de mi tierra ni que mi campo sea estéril. ¡Cuán preciosa promesa tengo en el Padre al ser llamada ‘bienaventurada’ por causa de ser una ‘tierra deseable’!
Malaquías 3:6-12 (RVR 1960)
“Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos. Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes, y no las guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Reprenderé también por vosotros al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra vid en el campo será estéril, dice Jehová de los ejércitos. Y todas las naciones os dirán bienaventurados; porque seréis tierra deseable, dice Jehová de los ejércitos”.
- Dios quiere que yo aprenda a temerle siempre; por este motivo me instruye y motiva para que dé mi diezmo sobre la base de la totalidad de mis ingresos. Además, desea que le entregue las primicias de todo mi trabajo.
Deuteronomio 14:22-23 (RVR 1960)
“Indefectiblemente diezmarás todo el producto del grano que rindiere tu campo cada año. Y comerás delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere para poner allí su nombre, el diezmo de tu grano, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de tus manadas y de tus ganados, para que aprendas a temer a Jehová tu Dios todos los días”.
- El Señor me explica, desde el Antiguo Testamento, porqué debo entregar mi diezmo en el alfolí; esto es, a los siervos que trabajan en la casa del Señor. No puedo permitir que mi corazón sea engañado por falsos consejos o interpretaciones en este sentido.
Números 18:21-24 (RVR 1960)
“Y he aquí yo he dado a los hijos de Leví todos los diezmos en Israel por heredad, por su ministerio, por cuanto ellos sirven en el ministerio del tabernáculo de reunión. Y no se acercarán más los hijos de Israel al tabernáculo de reunión, para que no lleven pecado por el cual mueran. Mas los levitas harán el servicio del tabernáculo de reunión, y ellos llevarán su iniquidad; estatuto perpetuo para vuestros descendientes; y no poseerán heredad entre los hijos de Israel. Porque a los levitas he dado por heredad los diezmos de los hijos de Israel, que ofrecerán a Jehová en ofrenda; por lo cual les he dicho: Entre los hijos de Israel no poseerán heredad”.
1 Corintios 16:1-4 (RVR 1960)
“En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas. Y cuando haya llegado, a quienes hubiereis designado por carta, a éstos enviaré para que lleven vuestro donativo a Jerusalén. Y si fuere propio que yo también vaya, irán conmigo”.
- Si bien es cierto que el diezmo trae mucha bendición para mi vida, no puedo olvidar que hay cosas en el mundo del Espíritu que son superiores a este. El Señor me indica que son la justicia, la misericordia y la fe.
Mateo 23:23 (RVR 1960)
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”.
5. Ahorros
Ahorrar es un principio bíblico de gran bendición para nuestra vida financiera. Es de sabios trabajar y aprender a guardar una porción de nuestros ingresos, con el fin de suplir necesidades a corto, mediano y largo plazo. Es una habilidad del buen administrador que puede evidenciarse en muchas partes de La Palabra de Dios:
- El Señor nos aconseja ser sabios y buenos trabajadores. Nos ejemplifica su consejo a través del trabajo de la hormiga, quien sin tener jefe, prepara el alimento para recogerlo después.
Proverbios 6:6-8 (RVR 1960)
“Mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, prepara en el verano su alimento, y recoge en la cosecha su sustento”.
- Quien ahorra es sabio y tiene tesoros, mientras que el necio disipa todo.
Proverbios 21:20 (RVR 1960)
“Tesoro precioso y aceite hay en la casa del sabio, pero el necio todo lo disipa”.
- Ahorrar es de personas sabias e inteligentes.
Proverbios 10:5 (RVR 1960)
“El que recoge en el verano es hijo sabio, el que duerme durante la siega es hijo que avergüenza”.
- Dios nos aconseja prestar atención a nuestros bienes, posesiones y dinero. Debemos ser diligentes en el cuidado de las cosas que Él mismo nos ha entregado y nos permite administrar:
Proverbios 27:23-27 (RVR 1960)
“Conoce bien la condición de tus rebaños, y presta atención a tu ganado; porque las riquezas no son eternas, ni perdurará la corona por todas las generaciones. Cuando la hierba desaparece se ve el retoño, y se recogen las hierbas de los montes; los corderos darán para tu vestido, y las cabras para el precio de un campo; y habrá suficiente leche de cabra para tu alimento, para el alimento de tu casa, y sustento para tus doncellas”.
- Dios quiere que nosotros aprendamos a guardar dinero de manera permanente, con el fin de suplir futuras necesidades.
1 Corintios 16:2 (RVR 1960)
“Que el primer día de la semana, cada uno de vosotros aparte y guarde según haya prosperado, para que cuando yo vaya no se recojan entonces ofrendas”.
- De igual manera, el Señor desea que aprendamos a guardar alimento para el futuro. Nos ejemplifica este deseo de su corazón a través de las ciudades de almacenaje que existieron en el Antiguo Testamento.
Génesis 6:21 (RVR 1960)
“Y tú, toma para ti de todo alimento que se come, y guárdalo, y será alimento para ti y para ellos”.
1 Reyes 9:17-19 (RVR 1960)
“Y Salomón reconstruyó Gezer y Bet-horón de abajo, y Baalat y Tadmor en el desierto, en la tierra {de Judá,} y todas las ciudades de almacenaje que Salomón tenía, y las ciudades de sus carros y las ciudades para sus hombres de a caballo, y todo lo que Salomón quiso edificar en Jerusalén, en el Líbano y en toda la tierra de su dominio”.
2 Crónicas 17:12 (RVR 1960)
“Josafat se engrandecía más y más, y edificó fortalezas y ciudades de almacenaje en Judá”.
6. Trabajo diligente
Dios desea levantar un pueblo para su Gloria que sea diligente y buen trabajador. Desea que en todo demos ejemplo de honra, integridad y honor, de allí que nos recuerde a través de Su Palabra todas las bondades que trae el trabajo diligente sobre nuestras vidas:
- Quien no quiera trabajar, que no coma.
2 Tesalonisenses 3:10 (RVR 1960)
“Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma”.
- Las manos diligentes enriquecen.
Proverbios 10:4 (RVR 1960)
“La mano negligente empobrece; mas la mano de los diligentes enriquece”.
- Ser negligente está asociado con disipar.
Proverbios 18:9 (RVR 1960)
“También el que es negligente en su trabajo es hermano del hombre disipador”.
- La diligencia es la posesión más preciosa del hombre.
Proverbios 12:27 (RVR 1960)
“El indolente no asa su presa, pero la posesión más preciosa del hombre es la diligencia”.
- Trabajar es hacer lo bueno, pues nos permite compartir con otros.
Efesios 4:28 (RVR 1960)
“El que roba, no robe más, sino más bien que trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, a fin de que tenga qué compartir con el que tiene necesidad”.
- Es importante trabajar con gusto, agrado y alegría de corazón.
Proverbios 31:13 (RVR 1960)
“Busca lana y lino, y con agrado trabaja con sus manos. Es como las naves de mercader, trae su alimento de lejos. También se levanta cuando aún es de noche, y da alimento a los de su casa, y tarea a sus doncellas”.
7. Inversiones
En este punto me habría gustado dar consejos específicos acerca de cómo invertir sabiamente y generar ganancias a partir de lo trabajado, pero la verdad no me siento muy hábil en el tema. Solo sé, por el análisis que les socialicé hace un rato acerca de la parábola de los talentos y la parábola de las diez minas, que bíblicamente sí es posible llevar a cabo proyectos exitosos con mucha rentabilidad. Si la Biblia dice que hay inversiones que pueden generar desde un 100% hasta un %1.000 (y hasta más) es porque definitivamente sí es posible. Por ahora, creo que a cada uno le corresponde ahondar con el Señor este tema, pues para hoy no tengo consejos prácticos en este sentido.
Al hablar con el Señor acerca de esto, solo escuché de Él que compartiera con ustedes un pensamiento sencillo y práctico: – “Darle a otros es invertir”. – “¿Cómo así, Padre?” le respondí. – “Así como lo oyes, hija: darle a otros es una inversión celestial que da ganancias terrenales y, a la postre, muchas ganancias espirituales en la eternidad”. Quedé sencillamente asombrada con su respuesta.
Ahora, si ustedes me preguntan: – “Andrea, y esto… ¿por qué funciona?”. A decir verdad, no tengo ni idea… solo sé que funciona.
Aprender a dar
Considerando el hecho de que ‘dar a otros’ es de verdad rentable, encuentro sensato estudiar con mayor profundidad este tema en la Palabra del Señor. En esta noche quiero compartir con ustedes algunas de sus instrucciones y pensamientos en este sentido:
- Dios quiere que sepamos cuánto Él ama a quien da con alegría.
2 Corintios 9:6-7 (RVR 1960)
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.
- Dar es una acción voluntaria e intencional en la cual subyace una promesa de bendición posterior aún mayor sobre nuestras vidas.
Lucas 6:38 (RVR 1960)
“Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir”.
- Dios quiere que yo sea alguien que dé con generosidad, con ganas, ‘conforme a mis fuerzas, e incluso más allá de ellas’.
2 Corintios 8:2-3 (RVR 1960)
“que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. Pues doy testimonio de que con agrado han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de sus fuerzas”.
- El Señor anhela que yo aprenda a dar en el momento adecuado.
Proverbios 3:27-28 (RVR 1960)
“No niegues el bien a quien se le debe, cuando esté en tu mano el hacerlo. No digas a tu prójimo: Ve y vuelve, y mañana te lo daré, cuando lo tienes contigo”.
- El deseo de Dios es que yo aprenda a repartir a otros y que no retenga nada.
Proverbios 11:24 (RVR 1960)
“Hay quien reparte, y le es añadido más, y hay quien retiene lo que es justo, sólo para venir a menos”.
Presupuesto celestial
Para elaborar un presupuesto personal que vaya de acuerdo con la Palabra del Señor y que cuente con su bendición, debo reconocer, en primer lugar, que “Dios es la fuente de mis ingresos”. Entendiendo esto, con su ayuda, puedo organizar un presupuesto celestial que supla los siguientes aspectos:
1. Diezmo y ofrendas: este un principio con promesa. Al diezmar y ofrendar lo que estoy haciendo es expresándole al Señor que Él es verdaderamente importante para mí.
2. Padres / Cónyuge: dependiendo de si soy casado(a) o soltero(a), suplo las necesidades de mis padres / cónyuge, pues tengo un compromiso serio con ellos delante del Señor.
3. Hermanos
4. Familia extendida
1 Timoteo 5:8 (RVR 1960)
“Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.
Mi familia es mi primer ministerio y el más importante de todos. Si yo no respaldo a mi familia económicamente, estoy actuando neciamente y soy peor que una persona que no cree en Dios. Los primeros que deben evidenciar que soy una hombre o una mujer de bendición son los de mi propia casa. La Palabra de Dios dice que ese respaldo económico se debe dar independientemente del comportamiento de mis familiares. Debe hacerse por convicción y no depende de lo que ellos hagan o dejen de hacer.
5. Necesidades básicas: necesito involucrarme activamente en conocer los gastos de mi casa (cuánto se paga de facturas, de mercado, etc). Un entrenamiento en ese sentido es necesario.
6. Necesidades de otros: cuando me entero de las necesidades de otros y puedo hacer algo al respecto, debo hacerlo con diligencia y prontitud. No debo limitarme para ayudar.
7. Ahorros: es importante pedirle al Señor orientación en este sentido para poder definir con Él mismo cuáles serán mis ahorros a corto, mediano y largo plazo.
Administradores registrados en Las Escrituras
Para tener un panorama más completo acerca de la manera en que Dios quiere que administremos el dinero y los bienes que Él mismo nos ha entregado, podemos estudiar en nuestra casa la vida de los buenos y los malos administradores que están registrados en La Palabra de Dios.
Buenos administradores: José, David y Daniel.
Malos administradores: Judas, el hijo pródigo, Salomón y Jeroboam.
Sanidad financiera
La razón por la cual muchas veces este discurso nos parece bueno y agradable pero no somos capaces de cumplirlo, es porque estamos heridos financieramente.
El Señor quiere venir a sanar mis heridas financieras en esta noche y ahora vamos a tomar un tiempo para orar en este sentido.
Oración final
Pedirle al Señor que sane nuestras heridas financieras y nos dé completa sanidad y sabiduría en este sentido.
(Prédica en Reunión de Jóvenes CCM – Mayo 5 / 2018)