Los siguientes versos fueron inspirados por Dios y dedicados al Pastor Luis Enrique Yepes en el día de su cumpleaños número 50. Doy gracias al Señor por haberlo puesto en mi camino como papá, consejero, amigo y guía. Sus reprensiones manifiestas, sus oraciones, su paciencia para escucharme y atenderme tantos años tienen y tendrán por siempre un lugar muy especial en mi corazón.
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Vengo a contarles un cuento
de una oveja y un pastor.
Una historia que hace tiempo
muchos años que pasó.
Nació en Manizales un hombre
hace cinco décadas ya
y no es que lo denuncie
porque es la pura verdad.
Ese hombre cuando niño
tuvo una dura cerviz,
pero Dios con su cariño
le dio una infancia feliz.
Fuerte Jesús suplicaba
ante el Padre en su trono;
intercesión levantaba
con gran ímpetu y tono.
Desde Juan 17,
ya por Kike Dios oraba.
Pedía por un tiquete
que a Él lo regresara.
Esa oración fue oída
después de loca juventud,
una vez que mil caídas
le cambiaron la actitud.
Inquieto por las Escrituras
caminaba Luis Enrique,
rasgando sus vestiduras
y dejando su complique.
Un poco más grande y crecido
encontró una oveja como yo,
a quien ha fortalecido
y con paciencia él oyó.
Ese me quebró la pata
cuando quise yo saltar,
y también me tiró al agua
pa’ que aprendiera a nadar.
Coja, vendada,
tuerta, casi muerta,
él me vio, me atendió,
y con amor me recogió.
Sé que en el fondo no fue él
sino Dios quien me miró
con bondad y gran amor
a Kike usó y me levantó.
¿Como esta oveja terca y perdida?
Muchos, demasiados.
Henos aquí reunidos
celebrando gran cuidado.
¿Quién nos manda a ser tan tercos,
tan tontos y deshonestos,
tan poco sinceros y necios,
tan agrios y descompuestos?
Gracias damos por tu vida
y esa hermosa travesía.
Celebramos tu ministerio:
sincero, sabio y muy serio.
No eres de mucha poesía
ni de tanta algarabía,
pero recibe estos versos
de estos amores diversos.
Dices que el amor viene en colores.
Hoy traemos este arco iris.
Debes saber que estos amores
son tan claros como el iris.
Un abrazo con cariño
y bendiciones por mil.
Dios quiera no salgamos nunca
de este precioso redil.
¡Te quiero mucho, Pastor Luis Enrique!
