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(Tiempo estimado: 6 – 8 minutos)

Te saludo por cuarta vez, estimado lector, invitándote nuevamente a hacer parte de esta aventura diluviana que he titulado “El arca de Noé”, en la cual me he propuesto pensar en voz alta y con tu compañía, algunos detalles que me llaman la atención sobre esta historia bíblica famosa. Esta entrada es la cuarta parte de la serie, así que si no has leído las tres primeras, es momento para hacerlo: El arca de Noé: hazte un arca (Primera parte), El arca de Noé: manos a la obra (Segunda parte) y El arca de Noé: dirección y provisión (Tercera parte).

Encima del agua

En la entrada anterior estuvimos hablando de cómo Dios hizo provisión en el arca no solo para la familia de Noé, sino además para la supervivencia de todos los animales; y meditamos acerca de los diluvios modernos con los que lucha nuestro corazón permanentemente. ¡Qué mensaje esperanzador subyace a esta historia! Por más grande que sea mi diluvio, así como el arca, puedo mantenerme siempre por encima de él porque mi buen Dios está conmigo. Espero que lo recuerdes.

Pues bien, hoy quiero invitarte a que pienses en algo más que sucede cuando estamos en el arca, por encima del agua:

“Quince codos más alto subieron las aguas; después de que fueron cubiertos los montes”.

Génesis 7:20 (RVR 1960)

¿Lo ves? Todos los montes altos son cubiertos. Todos. Al estar por encima del agua, todos los montes altos que veías tan deseables (como tus logros personales, académicos o laborales) son simplemente cubiertos. Han perdido su preeminencia en tu vida y se encuentran allí debajo de 7,5 metros de profundidad. Tus ídolos y deseos terrenales se ven como reducidos a la nada… desaparecen y pierden la importancia que les dabas en tus noches de insomnio.

¿Me sigues? Por su fe (Génesis 6:8), Noé no solamente fue salvo él, sino siete personas más (su familia: esposa, tres hijos y las esposas de sus hijos); lo cual nos da mucha esperanza a todos aquellos que tenemos familiares no creyentes. Por causa de nuestra fe, podemos ser luz en medio de la oscuridad de nuestra casa, y se hace posible que nuestras familias, a quienes tanto amamos, sean alcanzadas e igualmente salvas. ¡Qué esperanza más grande!

Aguas que pasan

Ahora quiero que pienses en algo: no siempre vas a estar en medio del diluvio. Los vientos recios de tormenta marcan el paso de tiempos que tenemos que vivir para conocer y entender más a nuestro Dios; es decir, son como excusas y oportunidades que Él utiliza para que lo necesitemos y anhelemos cada vez más. Veamos:

“Y se cerraron las fuentes del abismo y las cataratas de los cielos; y la lluvia de los cielos fue detenida. Y las aguas decrecían gradualmente de sobre la tierra y se retiraron las aguas al cabo de ciento cincuenta días. Y reposó el arca en el mes séptimo a los 17 días del mes, sobre los montes de Ararat”.

Génesis 8:2 (RVR 1960)

Las aguas decrecían, y la prueba y la dificultad comenzaban a pasar. Lentamente se iban convirtiendo en parte del pasado, que vislumbraba también un futuro distinto y lleno de esperanza:

“Y olvidarás tu miseria, o te acordarás de ella como de aguas que pasaron. La vida te será más clara que el mediodía; aunque oscureciere, será como la mañana. Tendrás confianza, porque hay esperanza; mirarás alrededor, y dormirás seguro”.

Job 11:16-18 (RVR 1960)

¡Qué bueno es nuestro Dios y su palabra de consuelo aún en medio de nuestras épocas más difíciles!

Crecimiento verdadero

¿Notaste también dónde reposó el arca? (Génesis 8:2) En un monte alto: los montes de Ararat. Piensa en este lugar de reposo y lo que significa, para que tu corazón salte de alegría y descanse en el sublime amor que Dios siente por ti. Él jamás te va a encomendar una tarea sin un propósito, y nunca te permitirá vivir diluvios sinsentido. Por el contrario, lo único que desea es colocarte en un monte alto, en un peldaño más arriba en tu escala de crecimiento espiritual, como el hijo muy amado que eres. Debes reposar en el hecho de saber que nunca va a ponerte a trabajar en su obra en vano, pues su objetivo es verte crecer y que dicho crecimiento sea también evidente delante de las demás personas.

En esencia, de lo que te hablo es de un crecimiento verdadero. ¿Cómo más podría un barco como el Titanic llegar por sí solo al Everest o a los Alpes? Una locura. Jamás podría suceder, así como jamás sucedería que un ser tan imperfecto e incapaz como tú o como yo “llegue a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13 – RVR 1960), por sus propios medios. ¡Piensa en lo lindo y profundo que es este pensamiento!

Tan imposible para ti y tan posible para Él. Tan irreal para ti y tan real para Él. Obra nueva y creación nueva en tu vida. De otra manera, ¿cómo explicarías el hecho de que del arca se vieran las aguas secarse justo el primer día del mes primero?

“Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca”.

Génesis 8:13 (RVR 1960)

En palabras más sencillas y adaptadas a nuestro contexto, esto equivaldría más o menos al primero de enero: año nuevo, vida nueva, generación nueva. ¡Qué especial! Dios quiere hacer todo nuevo en ti desde el principio, para que no te quede más memoria de tus múltiples desaciertos y ese terrible peso de pecado que sobre ti reposa:

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”.

2 Corintios 5:17 (RVR 1960)

Hecho nuevo

En resumen, quiero que medites en que todo es hecho nuevo en ti y para tu bien:

a. Lo que se te demanda hacer es imposible para ti, pero posible para Dios.
b. La confianza en Él no depende de tu capacidad para cumplir con algo, sino de tu disposición para creer.
c. Tu trabajo en Dios nunca es en vano porque Él recompensa a los que bien le sirven.
d. El único timón de tu vida está en manos de tu Señor, pues Él sí conoce la ruta que te hará bien y tú no.
e. A causa de tu fe, tu familia puede ser bendecida y salva.
f. Tus pruebas o aflicciones no son para siempre, sino temporales.
g. A causa de la prueba y tu victoria sobre ella, viene el verdadero crecimiento y la real transformación de tu vida.
h. Tus ídolos y tus deseos terrenales se desvanecen cuando te hallas seguro y confiado dentro del arca.
i. Tus problemas no estarán jamás por encima de ti si dejas que Dios te provea toda la seguridad y la provisión que necesitas.
j. En tu gran debilidad (y vejez de espíritu), el poder del Señor se hace más evidente.

¿Cuántas cosas más por aprender y disfrutar? Miles… millones… ni la eternidad alcanzará para entenderte por completo, Señor. Por lo pronto, yo aquí, Papito Santo, escribiendo contigo y dejando que tus besitos me curen el dolor de hombros y manos. Bendice a mis lectores y haz que valga la pena tu inspiración en todos estos textos.

Andrea Suárez Salazar

2 Replies to “El arca de Noé: tiempo nuevo (Cuarta parte)”

  1. ¡Hola Andre!
    Este escrito es muy relevante y motivador, especialmente ahora que estamos en tiempos similares a los de Noé. Podemos tener la confianza que si creemos al Señor, dejamos que nos guíe y le obedecemos, Él guardará nuestras vidas, nuestra familia y traerá descanso y promoción. ¡Gracias por compartirlo! ¡Dios te bendiga!

    1. Gracias por tu comentario, Juan Manuel. Este es un tiempo muy similar a aquel en el cual vivió Noé, pero así como Él y su familia vivieron y salieron victoriosos del arca, así mismo nosotros saldremos en victoria en Cristo Jesús si le creemos y vivimos solamente para Él.

      Dios te bendiga.

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