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Tal y como lo anuncia el título de la entrada, esta es la tercera parte de una serie que he titulado: “el arca de Noé”, en la cual pretendo no solamente desempolvar textos personales que he encontrado en mi apartamento, sino además estudiar junto a ti, lentamente y con cuidado, algunos aspectos que me llaman mucho la atención de esta historia. Entre ellos, por supuesto, es el asunto del porqué Dios no le dijo a Noé que le hiciera un timón al arca, teniendo por entendido que la ciencia moderna no concibe la idea de un barco sin timón.
¡Qué mente tan chica y limitada la mía! ¡Qué papá tan bueno el que tengo, que no se incomoda por la estrechez de las preguntas que le hago, sino que con toda calma y paciencia me va mostrando, poco a poco, los secretos de su reino! El arca no tenía timón sencillamente porque Dios mismo era su timón.
¿Quién dirige el arca de tu vida?
Si eres tú mismo, déjame decirte que puedes estar en aprietos cuando la tormenta arrecie. Dios no quiere que nuestra arca tenga timón, porque Él mismo quiere serlo. Él no quiere que te esfuerces en tratar de controlarlo y dirigirlo todo en tu vida, tu casa, tu familia, tus amigos y todas las cosas que te rodean; mas bien espera pacientemente a que le permitas a Él conducirlo y encaminarlo todo según su propósito y buena voluntad. Vivir en el arca del Señor significa vivir una vida en plenitud, confianza, felicidad y seguridad. ¿Para dónde voy con toda certeza? A la verdad no lo sé, pero si Dios es mi timón, puedo descansar en que me llevará a un lugar nuevo y espacioso en donde me pueda encontrar con su hijo Jesucristo: esa es su promesa para con mi vida.
“Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”.
Génesis 6:19-22 (RVR 1960)
Yo no soy bióloga ni zootecnista, pero el hecho de pensar en la cantidad de animales que viven sobre la tierra, en lo profundo del mar y en la inmensidad de las alturas es abrumador para mí. ¿Puedes imaginarte cada especie, cada familia de animales? El otro día leí que más o menos, considerando toda clase de aves, mamíferos, reptiles, anfibios, rumiantes e insectos, sin contar toda clase de esponjas, hongos, corales y peces; en promedio el arca pudo haber llevado entre 40.000 y 45.000 animales a bordo en parejas. ¡Wow! Muchos animales pudieron no haber ni siquiera entrado en el arca y haber sobrevivido el diluvio en medio de las aguas, y lo más sorprendente es que todo estaba perfectamente balanceado en recursos y provisión para que “todos”, sin faltar ninguno, sobrevivieran al diluvio durante todo el año que se mantuvo el arca a la deriva, por encima del agua.
Dios de provisión
Dios se aseguró de que Noé y su familia tuvieran suficiente provisión en el arca, y por ello le ordenó tomar siete parejas de animales limpios (que servirían de comida y además se reproducirían más rápido):
“De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra”.
Génesis 7:2-3 (RVR 1960)
Provisión. Dios nunca permitirá un diluvio sobre nuestras vidas sin antes prepararnos y asegurarse de que viviremos con todo lo que sea necesario. Dios no nos aflige en vano, sino porque tiene propósitos grandes y perfectos a través de ello, y nos proveerá de todo su amor, cariño y poder para que estemos bien. Él quiere lo mejor de lo mejor para nosotros, sus hijos, y sabe bien que su arca es un lugar seguro… ¡el más seguro de todos! ¿Quieres subirte conmigo en el arca?
Tú eres el único que puede tomar la decisión de subirte, o permanecer fuera. Hay suficiente espacio para ti y para todos, pero Dios no te va a obligar. Imagínate que también leí que algunos expertos consideran que con esa cantidad de animales (40.000 o 45.000 en promedio), no alcanzaba a llenarse ni el 30% del arca. ¿Te imaginas? Considerando su volumen (unos 41.000 metros cúbicos) distribuido en sus tres pisos, lo más seguro es que el arca haya tenido una capacidad muy superior para albergar mucho más peso y personas. En el corazón del Padre estaba el deseo de salvar a muchos y garantizarles toda la provisión necesaria para el tiempo de las fuertes aguas lluvia.
Pero no quisieron. Al momento de cerrarse, es posible que más de la mitad de su capacidad haya quedado vacía. Siento dolor con el mero hecho de escribir la palabra. Me duele por Dios, al que ama mi alma. ¡Cuánto desea Él salvarnos y no queremos! Una vez cerrada, no se abrirá más hasta que todas las aguas sean removidas de la tierra:
“Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó el Señor. Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra”.
Génesis 7:4-6 (RVR 1960)
Un lugar seguro
Si una lluvia que dura un par de horas puede causar tantos deslizamientos y avalanchas en Manizales en ocasiones, ¿te imaginas un fuerte aguacero que dure día y noche por más de un mes? Con razón la Biblia registra la palabra: “diluvio”. Agua por doquier hasta cubrir todo monte alto y ningún terreno firme en la tierra a excepción del arca… ningún otro lugar seguro donde morar.
Esto es precisamente lo que el Señor busca con nosotros: que estemos en el único lugar seguro: el arca de su presencia. Fuera de Él nada es 100% certero ni verdadero. Nada fuera de Él nos va a proveer la felicidad que necesitamos ni la paz que anhelamos. Nada.
Ahora piensa: las aguas comienzan a subir. Ruido. Mucho ruido y movimiento. Todo al interior del arca se remueve… es hora de levantarse de la tierra, de flotar:
“Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos”.
Génesis 7:17-19 (RVR 1960)
Nota que en los anteriores versículos se hace énfasis en la expresión: “y subieron las aguas mucho sobre la tierra”. De hecho, se repite tres veces de manera parafraseada, lo cual hace referencia a la certeza de lo expresado. El número tres en la Biblia significa confirmación y verdad.
¿Cuál es tu diluvio?
Tu diluvio puede ser la suma de tus problemas emocionales, familiares, académicos, laborales o económicos. No importa cómo se llame tu diluvio, a veces parece multiplicarse y hacerse mucho peor, mucho más grande e incontenible, ¿no? Tal vez te preguntes: “¿hasta cuándo tendré que vivir esta situación?, ¿por qué a mí me toca vivir esto tan difícil?” y la verdad es que puede que ni lo sepas ni lo entiendas. Pues bien, ¿notaste lo que le pasaba al arca cada vez que el diluvio se hacía cada vez peor, más difícil? ¡Se elevaba! (“… y se elevó sobre la tierra”). ¡Sí, se elevaba! Se mantenía siempre por encima del agua y nunca por debajo de ella. Preciosa revelación.
No importa qué tan grande o difícil sea tu problema. Mientras estés dentro del arca, siempre te hallarás por encima de él. Estarás confiado, tranquilo en el Señor, esperando su dirección y su provisión en cada parte del proceso. Al fin y al cabo, no tienes timón… ¿recuerdas? No controlas nada, y sin embargo, estás victorioso por encima de tus problemas.
¡Wow, Si tan solo pudiéramos hacer realidad en nuestras vidas esta revelación tan grande!
Dios te bendiga.
Muchas veces llevamos el timón e infinitas veces soltamos el ancla donde creemos estar seguros. Pero es necesario que nuestras vidas estén en las manos de Dios, él sabe dirigirnos!!.. Muy bonita la enseñanza!!
Así es. Solamente Dios sabe dirigirnos hacia un lugar seguro. Que Él mismo nos conceda la gracia de escucharlo y dejarnos dirigir.
Bendiciones.