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Desde hace varios años vengo escuchando muchas cosas acerca de la historia del arca de Noé y en este tiempo de crisis sanitaria he encontrado textos muy personales sobre este asunto que han ganado nuevamente mi atención. Por ello, después de encontrar dichos tesoros textuales en lugares poco explorados de mi apartamento, he decidido reinventarlos con el fin de traerte en esta y otras entradas, algunas ideas que espero sean de bendición para tu vida.

¿Cómo pudo un hombre de 600 años de edad construir un arca de las dimensiones que se describen en La Biblia?, y justo después de construirla, ¿cómo pudo reunir por sí mismo a parejas de todos los animales de la tierra y subirlos en ella?, ¿es acaso esta historia metafórica con relación a algunas situaciones históricas de la humanidad o sucedió tan literalmente como está escrito? Tres de los muchos interrogantes que se esconden en una mente tan chica y limitada como la mía.

“(…) creo, ayuda mi incredulidad”

Marcos 9:24 (RVR 1960)

Y de esta frase tan sencilla que resume todo mi deseo de creer y al mismo tiempo toda mi incapacidad para hacerlo, Dios comenzó a revelarme, Él mismo, qué tan real y verídica había sido la historia del arca de Noé. ¿Quieres descubrirlo tú también? Entonces no dejes de leer las próximas publicaciones. Por lo pronto, comencemos.

Noé halló gracia delante de los ojos del Señor (Génesis 6:8) porque era un varón justo, perfecto en sus generaciones y porque caminaba con Dios. Esto suena muy bien y casi que normal, pero a la verdad es admirable si consideramos el contexto social y cultural en el que vivía Noé: la maldad de los hombres era mucha en la tierra, todos los hombres se habían pervertido y el deseo de sus corazones era todo el tiempo solo el mal (Génesis 6:5). Nadie en el mundo quería nada con Dios, y la generación de Set, la que se suponía era una generación de bendición, ya se acostaba con la generación de Caín, perversa y vil (Génesis 6:29). Esta imagen representa casi con exactitud nuestros días, ¿no te parece? Cientos de miles de personas disvariando por las fantasías temporales de la tierra y despreciando la eternidad y salvación perfecta de nuestro Señor Jesús. ¡Qué dolor!

A Dios le dolió esto en su corazón hasta el punto de querer destruirlo todo (Génesis 6:6-7). Ya no le encontraba sentido a seguir contendiendo con el hombre a causa de su iniquidad y maldad, y extendió un período de vida a toda la humanidad de 120 años antes de llevar a cabo la nefasta y máxima sentencia sobre los habitantes de la tierra: el gran diluvio universal (Génesis 6:3). 120 años. Yo me preguntaba porqué tanto tiempo… es decir, a mí 120 años me parece mucho tiempo para realizar algo que ya se ha decidido, ¿no? Pero es que Dios no es como yo. Dios sí nos ama con un amor loco, pues les regaló a los hombres 120 años para prepararse y para ser salvos. ¡Qué dolor tan grande el no querer!

Como sea, Dios no se arrepiente ni se echa jamás para atrás en las decisiones que toma. Por encima de su propio dolor, lo destruiría todo una vez se hubiesen cumplido los 120 años. Mientras tanto se encargaría de todos los detalles para asegurarse de que Noé, su familia y todos los animales no fueran destruidos con los demás hombres.

“Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera”.

Génesis 6:14 (RVR 1960)

Esta era la orden. Quiero que notes que era la primera y única orden que le dio Dios a Noé en unos tiempos tan oscuros y turbulentos como en los que estamos ahora. “Hazte un arca”, dice hoy también el Señor. Vienen tiempos más complejos aún y necesitas comenzar a construir el lugar de tu refugio y protección. Presta atención a los detalles relacionados con los materiales y las técnicas; tu arca necesita ser construida tal y como Dios quiere que la construyas ahora, de modo que pueda resistir los tiempos de prueba que están por delante.

Así, me despido por ahora con la misma instrucción de parte de Dios: “Hazte un arca” y te invito a acompañarme a descubrir, a lo largo de mis próximas publicaciones, la manera en la que puedes trabajar en sus detalles. ¡Ya verás cuán lindas cosas el Señor te habla mientras la construyes junto a Él!

Bendiciones.

Andrea Suárez Salazar

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