Cuando te sientes sola y desesperada
Una voz de cerca te susurra que te ama.
Alaba al Padre, pues es Él quien llama
Respondiendo siempre a aquél quien a Él clama.
Entonces sabrás que la soledad no existe,
Ni la duda ni la tristeza persisten,
Toda vez que el Dios a quien tú llamas,
En toda presteza viene y en Él te amparas.
¡No temas, oh amada! ¡Levántate y solo a Dios ama!
Aquel que por ti murió, es el mismo que a ti
toda fortaleza y gozo dio.