(Tiempo estimado: 5 – 7 minutos)
El Templo de Salomón o Templo de Jerusalén fue quizás la obra arquitectónica más imponente y majestuosa que se haya construido en la Edad Antigua. Su construcción fue el cumplimiento de una promesa hecha por Dios a David (2 Samuel 7:12-13) y de la cual se ocupó diligentemente su hijo Salomón por un espacio de siete años (1 Reyes 6:38). Al leer acerca del lujo de sus detalles, la excelencia de los materiales que en él fueron utilizados y la magnitud de esfuerzos y mano de obra requerida, mi corazón se llena de un inmenso asombro. Ni la mente moderna más brillante podría siquiera imaginar la excelsitud de esta megaobra de la antigüedad… hoy ruinas que hacen recordar un pasado de gloria para el pueblo de Israel.
He querido compartir esto contigo porque siento de parte de Dios invitarte hoy a que construyas tu templo. Es un templo no de piedras, ni de madera de ciprés, ni de oro, ni de cobre, ni de metales preciosos; sino de oración, ayuno y comunión con el Señor. “¿Cómo es esto?” Podrías preguntarte. Déjame explicártelo un poco mejor.
“Fue a mediados de la primavera, en el mes de zif, durante el cuarto año de su reinado, que Salomón comenzó a construir el templo del Señor. Habían pasado cuatrocientos ochenta años desde el día en que el pueblo de Israel fue rescatado de su esclavitud en la tierra de Egipto. El templo que el rey Salomón construyó para el Señor medía veintisiete metros y medio de largo, nueve metros de ancho y catorce metros de alto”.
1 Reyes 6:1-2 (NTV)
Pasados cuatro años de su reinado, Salomón comienza una construcción que vendría a ser considerada como una de las más grandes de todos los tiempos, después de casi cinco siglos que el pueblo de Israel había salido de la esclavitud de Egipto. Ahora, yo no salí hace cinco siglos de la esclavitud de mi pecado, pero ciertamente han pasado ya catorce años desde que me encontré con Jesús, quien me rescató de mi vana manera de vivir pasada. Tú también, de una u otra forma, has salido de un pasado que era contrario a tu diseño y has comenzado a construir templo para Dios en tu corazón, como Salomón. Le has permitido entrar en ti, ministrarte y cambiar lentamente tus mentiras por sus verdades; por lo cual has, en efecto, ¡comenzado a construir tu templo!
Sin embargo, has dejado que la perturbación y las muchas voces mediáticas que ministran miedo y engaños entren a tu mente, y con ello, amenacen el templo que has venido construyendo en Él y para Él. ¿No es verdad? Sabes a qué me refiero, por supuesto: a todo este tema del coronavirus y ahora la más reciente noticia del toque de queda en Manizales.
Las noticias y las redes sociales con sus publicaciones intensas, frecuentes y aterrorizadoras han penetrado en tu alma más allá de lo que alguna vez imaginaste, y contrario a experimentar la paz que sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7) de la cual te quiere llenar el Señor, el miedo y la duda se han apoderado de ti y te han atacado con fuerza. Pues bien, te repito: ¡Construye tu templo!
“Las piedras que se usaron en la construcción del templo se labraban en las canteras, de modo que no hubo ruido de martillo, ni de hacha, ni de ninguna otra herramienta de hierro en el lugar de la obra”.
1 Reyes 6:7 (NTV)
“Ni martillos ni hachas se oyeron en la casa” afirma la versión Reina Valera (1960).
Espera, espera… ¿cómo así? ¿cómo puede ser que en un lugar de construcción no se sienta ruido? ¡Esto me parece sencillamente imposible! Nunca podría imaginar la construcción de un edificio en nuestra ciudad ni en ningún otro lado sin nada de ruido, pero en La Palabra sí está registrado que el Templo de Salomón se construyó en silencio. ¡Wow! ¿Me sigues?
Yo vivo sobre una avenida bastante transitada de la ciudad y es primera vez que el Señor me visita con un silencio de tanta paz, que ministra mi corazón y me prepara para tomarme en serio esto de construir mi templo: el Templo de Andrea. ¿No te parece especial y acogedor el silencio de nuestra ciudad en la noche? Si no te parece así y más bien te asusta, te invito a que cambies tu perspectiva de las cosas y veas cómo el Señor te invita en silencio a construir el templo de una vida en el secreto: de oración, ayuno y meditación en Su Palabra.
El Señor ha cerrado la puerta detrás de nosotros, no solamente porque nos quiera apartar de un virus (Salmos 91:10), sino porque, esencialmente, busca que se cumpla eso que describe la Palabra que debe pasar después de cerrar la puerta.
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
Mateo 6:6
Acertaste: orar a nuestro Padre que está en lo secreto. El Señor nos ha apresurado un poco a cerrar la puerta con el fin de hablar con Él y encontrarnos con Él. ¿Lo estás entendiendo? Él es quien calma la tempestad y hace bonanza en la multitud de pensamientos de nuestro corazón.
¿Cuál es tu parte entonces?
Venir al lugar de construcción de tu templo en silencio, donde no hay ruido de martillo ni de hacha ni de ninguna otra herramienta de hierro… un lugar donde no hay más videos de coronavirus, ni mensajes reenviados de whatsapp (que muchas veces son, tristemente, noticias falsas), ni imágenes que siembran dudas, temores y caos, ni memes o chistes irreverentes que intentan aplacar el miedo con un poco de risa.
¿Por qué querrías arruinar el gozo que trae el silencio con ruido de martillo o de hacha? ¿No es más razonable apagar tu celular, desconectarte un poquito, aprovechar que Dios ha apresurado a cerrar la puerta detrás de ti y simplemente ser diligente en construir tu templo? Recuerda que, como el de Salomón, tiene todo el potencial de convertirse en una obra grande y majestuosa que no pretende impactar a los demás, sino más bien que disfrutas tú y el Padre en secreto.
Para terminar, déjame dejarte con un último pensamiento sobre lo que haremos como pueblo del Señor en tiempos del coronavirus:
“Y se levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos? Él le dijo: No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos”.
2 Reyes 6:15-16 (RV 1960)
Yo tengo mis ojos puestos en Jesús y no tengo miedo, ¿y tú?
Dios te bendiga.
🙏🏻 Muy lindo mensaje ! Muy diciente ! 🙏🏻😰😘
Gracias por tu comentario, tía linda. Dios te bendiga siempre y te conceda la gracia de construir tu templo.
Te amo.
Tus palabras hacen que vea esta situación que estamos viviendo de la mejor manera, Dios nos da la oportunidad de hacer mucho por nosotros ahora y tú nos guías para lograrlo. Bendiciones.
Muchas gracias por tus palabras, prima. Este tiempo de cuarentena es una oportunidad para construir los templos de nuestros corazones y fortalecer nuestra relación con el Señor y nuestras familias.
Un abrazo fuerte para ti.